―El jefe se va a decepcionar mucho al verla. ―Donald ladeó la sonrisa. ―Lo respeto, pero cuando vea quién fue capaz de entrar a su casa y robarle lucirá como un tonto. ―Gordon evitó reír. ―Venga ya, sabes que es verdad. ―Carcajeó por la mirada de advertencia de su amigo. ―Mírala, se ve tan indefensa, dulce y miserable. ―Gordon miró por el retrovisor, no sabe lo que pasó con la chica, pero sea lo que fuera, ella realmente está sufriendo y mucho.
―Señor. ―Archie se acercó a su jefe. ―Gordon ha llamado, vienen de vuelta con la chica. ―Alastahir sintió placer al escuchar esa noticia. ―¿Desea que prepare algo? ―Alastahir negó, lo único que quiere es tener a esa mujer que lo humilló robándole en sus narices aprovechándose que él era incapaz de detenerla.―Haz la llamada, quiero que Bernard esté al tanto, deseo que él personalmente haga pagar a esa mujer. ―Archie asintió y se retiró para llamar al jefe de la policía de la ciudad, sin duda su jefe está muy molesto y no tendrá piedad.Alastahir se desesperó, para él los minutos son eternos y no se siente capaz de esperar tanto para conocer a la descarada mujer que fue capaz de robarle algo tan importante y costoso. Sin duda las personas son tan estúpidas como él las considera, ¿Cómo robar una joya que no puede vender y de hacerlo sería encontrada con facilidad?―Señor. ―Alastahir giró la silla de ruedas para mirar a sus hombres y finalmente conocer a la mujer, pero su asombro fue evidente al verla dormida en los brazos de Gordon, si bien la quería ver desmayada, era por sus torturas.―¿Qué le han hecho? ―Atacó de inmediato. ―Dije que la trajeran sana y salva.―Y lo hemos hecho, señor. ―Respondió Gordon. ―Cuando la encontramos estaba en muy mal estado y no pasó ni un minuto cuando se desmayó. ―Pasó saliva. ―La chica tiene fiebre muy alta y no se ve nada bien. ―Alastahir detalló en la chica, está empapada, tiene ojeras grandes y muy oscuras, puede jurar que esa chica está más delgada que hace tres días.―Señor, si me permite. ―Archie sintió lástima por la chica. ―Le pido que me deje tratarla. ―Lo miró a la cara y el gesto duro que recibió lo intimidó, pero aun así prosiguió. ―Ella no se ve bien, estando en esa condición ella poco caso le hará a su furia. ―Miró a la chica. ―¿No cree que estando mejor, ella le temerá como usted lo desea? ―Alastahir miró el rostro angelical de la pelirroja y se debatió, pero no se permitió flaquear.―Quiero que la despierten ya. ―Ordenó pasando de la petición de su asistente. ―Vamos, tírala al piso si es posible. ―Gordon miró a Donald y como siempre su amigo se encogió de hombros dispuesto a seguir órdenes.―Señor, traté de despertarla en cuanto llegamos, pero ella lo único que hace es delirar. ―Gordon se negó. ―Por favor, tome en consideración la petición de Archie, ella no puede ni mantenerse en pie y…―¡Despierta! ―Alastahir tiró del brazo frío y pálido de Freya y obligó a Gordon a soltarla. Freya se quejó al caer en el piso, el golpe logró despertarla, pero el malestar aumentó considerablemente.―Dios. ―Susurró intentando ponerse en pie, pero no le resultó, ella trató de enfocar la mirada, pero no veía más que cosas borrosas y cuando finalmente se centró en la persona sentada frente a ella suspiró cansadamente. Siente que conoce esos ojos azules y duros.―Ayuda… ―El susurro logró salir de sus labios, pero inmediatamente se desmayó por la debilidad de su cuerpo. Alastahir se tensó al escuchar esa voz tan dulce y sin fuerza.―Señor, considero que mi opción es la más prudente. ―Archie dio un paso al frente. ―Puedo llevarla a la casa de las sirvientas para que no esté aquí en la mansión. ―Alastahir quien aún no salía de su shock por esa voz melodiosa, asintió por inercia. ―Gracias, señor. Gordon. ―El aludido tomó a Freya en brazos y siguió a Archie.―Tienes unas pelotas del tamaño del planeta. ―Lo felicitó. ―Algo me dice que esta chica no es la vil ladrona que el jefe piensa.―Solo hay que mirar su estado. ―Suspiró. ―La sirvienta dejó la puerta abierta, todos lo vimos en las cámaras, ella simplemente vio una oportunidad y la aprovechó. ―Al llegar, Gordon entró a la habitación y colocó a Freya sobre la cómoda cama con delicadeza.―Tiene mucha fiebre, creo que por eso se ha desmayado. ―Archie contrajo el gesto con lástima.―Parece hambrienta y esa ropa sucia no se la ha quitado en días. ―Se encaminó al baño. ―Pondré agua caliente para darle un baño, yo puedo desde aquí. ―Gordon asintió y se marchó, dejándolo solo con su trabajo. ―Hay mi niña, no pudiste robarle a alguien más equivocado que al Lord Alastahir Archibald. —Se lamentó. —Si crees que la calle es dura. ―Negó desvistiéndola. ―Estar frente a ese hombre por un minuto te llevará a otra conclusión. ―Una vez la tina estuvo llena, Archie la tomó en brazos sin problemas y la llevó al baño para asearla.―Mmmm. ―Freya gimió al sentir el agua tibia, no está consiente, pero su cuerpo se siente aliviado. ―Papi… ―Susurró tratando de abrir los ojos.―Tranquila, niña. ―Archie limpió su cara con delicadeza. ―No puedo decirte que estés a salvo, pero te ayudaré a que te sientas mejor. ―Sonrió al ver esos enormes ojos verdes sin brillos. ―Yo me encargaré de que mejores. ―Freya volvió a cerrar los ojos, realmente no estaba despierta.―Archie. ―Una de las sirvientas llegó con una cacerola con comida y medicamentos. ―El jefe se puso como loco cuando supo que le estábamos cocinando a la ladrona. ―Archie la miró con severidad. ―¿Qué? Ella entró a robar en la mansión, digo lo que es.―¿Qué ves cuando la miras? ―Archie se apartó de Freya y con ello de la cama. ―Dime Dianela, ¿Qué ves? ―La mujer permaneció callada. ―Yo veo una chica que está sufriendo mucho, veo una pobrecilla muchacha que llora y se queja aun estando dormida, yo veo a una criatura desdichada que actuó incorrectamente con la persona equivocada.―Ay, Archie. ―Gimió la mujer sintiéndose culpable. ―Si lo pones así hasta lástima me da la muchacha. ―Archie asintió.―No quiero estar presente cuando el jefe la haga sentir el ser más miserable de la tierra para después enviarla a la cárcel a sufrir. ―Negó. ―Yo la alimentaré y le daré los medicamentos. Si el jefe te pregunta sobre su estado, dile que estoy haciendo lo posible para que esté en pie y en forma. ―Dianela le dio una última mirada a Freya y salió del lugar, no debe tardar más de la cuenta o el jefe lo tomará con ella.Alastahir se impacientó por tanta espera, han pasado horas y esa ladrona no ha hecho más que recibir el buen trato de su personal como si fuera alguien de importancia. No le apetece que la estén tratando de esa manera, pero el saber que necesita mirarla a la cara, mientras la llena de terror, lo tranquilizó. Así como ella lo miró a los ojos mientras le robaba, él necesita mirar los suyos mientras le hace ver su suerte.―Señor. ―Archie entró a la sala con Freya caminando a su lado. ―Aquí está la chica. ―Archie la miró con pena, no poder hacer nada por ella después de saber que pasó días por las calles con frío y hambre lo mata, pero es su trabajo y se debe limitar a ello.―Acércate. ―Freya se tensó al escuchar esa voz profunda. ―¡He dicho que te acerques! ―Verla temblar de esa manera le agradó a Alastahir, crear miedo en los demás es lo que más disfruta. ―Supongo que te acuerdas de mí. ―Freya no lo miró, no tiene el valor para hacerlo. ―¡Mírame cuando te hablo, mujer! ―Ordenó en un áspero gruñido.―Yo… yo lo siento. ―Sollozó avergonzada y temerosa. ―Yo vi la puerta abierta y simplemente entré. ―Alastahir miró a Archie, nadie le dijo que la puerta estaba abierta.―No mientas. ―Le advirtió.―Se lo juro. ―Gimió aún con la mirada hacia el piso. ―Por favor, perdóneme, yo no soy así, estaba desesperada y cometí ese error, no me haga sentir peor por haberle robado a un hombre en sillas de ruedas. ―La mirada inocente de Freya y sus palabras fueron un detonante para Alastahir, su corazón aceleró como nunca antes lo había hecho y todo él quedó perdido, no sabe si de la rabia o de la impresión por tanta belleza en inocencia.―¿Crees que mi furia es por qué me robaste y yo no pude hacer nada? ―Dijo justo lo que sentía. ―No me hagas reír, ladrona. ―A Freya le dolió ese apelativo. ―Robaste una joya que le pertenece a mi familia desde los años 1700. ―El corazón de Freya dejó de latir, es la misma información que le dio el joyero. ―Tuviste en tus asquerosas manos una invaluable posesión y ahora pagarás tu atrevimiento.―Por favor… ―Freya rogó, no tiene fuerzas. ―La piedra está a salvo con usted, por favor… perdóname y no me haga daño, se lo suplico. ―Las lágrimas de la mujer no hicieron más que fascinarlo y entonces algo cruzó su mente.―Entraste a mi casa. ―Freya apretó sus manos una con la otra, aquel tono frío y carente de cualquier emoción, la aterró. ―Subiste a mi habitación, la registraste y te llevaste lo más valioso que había…―Yo no sabía que era tan costosa. ―Lo cortó desesperada por explicarse. ―Yo solo quería algo para com…―¡Me miraste a los ojos y me robaste! ―Gritó callándola. ―Huiste con la joya e intentaste venderla, después te traen aquí y te tratan como a una reina. ―Ladeó la sonrisa tensando más a Freya que ya casi no podía ni respirar por la mirada y el tono tranquilo y perturbador. ―Te alimentaron con mi comida, te vistieron con las ropas de mis empleadas, te dieron los medicamentos que compré con mi dinero aun cuando entraste a mi casa y te llevaste lo más valioso que había en ella. ―La miró a los ojos. ―¿Qué debería hacer contigo?―Por favor… ―Freya se arrodilló ante él. ―Fue un error, prometo devolver la ropa y pagar lo que hoy han hecho conmigo. ―Freya intentó tomar sus manos, pero Alastahir las quitó tan rápido que solamente se dio un roce entre los dos, un roce que pareció electricidad para Alastahir.―Sé mi esposa. ―Soltó dejando a Archie y a Freya atónitos. ―Cásate conmigo y dame un heredero, es la única manera de salir bien librada de esto. ―Freya fue incapaz de reaccionar, ¿Qué le está pidiendo ese hombre que ni siquiera la conoce?―No. ―dijo finalmente tras varios intentos por formular una palabra. ―Yo… yo no puedo casarme con usted. ―Lo miró por completo, pensando en que no lo conocía de nada, pero para Alastahir esa mirada fue de desprecio y eso le dolió, ¿Cómo es posible que ni aun así pueda él encontrar a una mujer que le dé un heredero y termine con su soledad?―Irás a la cárcel por ladrona. ―Miró a Archie. ―Llama a Bernard, dile que puede venir a buscarla.―No, por favor… ―Freya intentó detenerlo, pero Alastahir la alejó de él de un empujón que la dejó caer con fuerza al piso. ―Se lo suplico, a la cárcel no… ―Le imploró siguiéndolo, gateando. ―Tenga piedad… se lo imploro. ―Alastahir no la escuchó, ni siquiera por el quejido de dolor que soltó al pasarle la rueda por los dedos de la mano, la rabia por saber que todas las mujeres lo desprecian por estar en esa maldit4 condición endureció más su corazón.―Recógela y cómetela. ―Freya miró al piso, la bandeja está, por un lado, y la comida por el otro. ¿Cuánto tiempo más soportaría la crueldad de esas mujeres? ―¡He dicho que lo levantes y te lo comas! ―La mujer obesa y de mal aliento la tomó por el pelo y la obligó a arrodillarse frente a la comida. ―Oh aún mejor, come directamente del piso como la basura que eres. ―Las lágrimas recorrieron las mejillas de Freya, desde que entró a ese lugar desde hace ya dos semanas, no ha hecho más que recibir maltratos, pasar hombre y ser golpeada al extremo por las demás reas.―No tengo hambre. ―Susurró asqueada, entes de tirarle la comida al piso, la mujer la escupió repetidas veces. ―Por favor, quiero volver a mi celda. ―Todas las reas carcajearon al verla tan inofensiva.―¿Qué sucede? ¿No eras tú la misma que se defendió el primer día? ―Otra de las mujeres se acercó. ―¿Qué pasa, princesa? ¿Te diste cuenta de que aquí no eres más que una empleada para el resto de nosotros? ―Freya miró a las de segur
El corazón de Freya no dejó de golpear su caja torácica, la tensión por ser observada con esa insistencia fue brutal. Cada músculo de su cuerpo parece dolerle, ¿Por qué no le responde? ¿Por qué solo la mira de esa manera que no puede comprender? El brillo en los ojos de Alastahir no le gustaba.―¿Qué te hace pensar que esa oferta todavía está vigente? ―Freya dejó de respirar al instante, ¿Acaso la enviará nuevamente a ese lugar donde la maltratan?―Míreme. ―Le pidió en voz baja. ―¿No cree que ya he pagado mi error? ―Alastahir alzó el mentón, saber que es su culpa que ella esté así no le gusta. ―Ya no puedo más. ―Se dio por vencida. ―Le doy mi pureza, pero por favor… no vuelva a enviarme ahí. ―Cayó de rodillas, llevándose las manos a la cara y soltando todo el llanto que ha estado conteniendo. ―Le suplico que tenga piedad conmigo… por favor. ―Alastahir pasó saliva, ¿Por qué tiene que rogarle tanto? Eso le fascina, pero la manera en la que ella lo hace no es tan divertida como con los de
Mes y medio pasó desde que Freya se le entregó a Alastahir, desde que vive bajo el mismo techo que ese hombre amargado. No la deja salir de casa, la mantiene encerrada y pasándole a cuantas mujeres puede por la cara para después meterse a su habitación y exigirle tener sexo.Si bien no pasa hambre ni frío, se siente atrapada y muy triste por la vida que está llevando. Su esposo la trata como si fuera un mueble más y está bien, después de todo ella está ahí para darle un hijo y para lograr eso debe acostarse con él siempre que así lo desea, pero es duro lo que está pasando.―No estoy de humor. ―Alastahir frunció el ceño, está deseoso de ella y obtendrá lo que quiere. ―Por favor. ―Susurró al escucharlo cerrar la puerta.Alastahir la miró detalladamente, ella está frente a la ventana y la luz la hace ver mucho más hermosa de lo que es. No entiende lo que le pasa, trae mujeres a su antojo, pero ninguna lo hace sentir tan pleno como la niña frente a él.―Quiero hacer el amor. ―Dejó en claro
El silencio es brutal e incómodo para Archie, ver a su jefe mirar fijamente por la ventanilla, ignorando todos los esfuerzos de Freya en iniciar una conversación, le da bastante pena. La chica es dulce, alegre y ocurrente, si no conociera a la perfección a su jefe diría que realmente no le interesa, pero esa manera de actuar no dice más que lo mucho que está sintiendo por ella. ―Cuando lleguemos no quiero que digas una sola palabra. ―Freya lo miró, ya se había dado por vencida. ―Deja que el doctor hable todo lo que quiera y después saldremos de ese lugar, ¿Lo entiendes? ―El ceño fruncido de Freya no le gustó. ―Si entablas conversación con el doctor, si le haces preguntas estúpid4s, si me desobedeces, juro por Dios que te vas a arrepentir. ―Freya miró a Archie, pero no recibió nada a cambio, así que decidió no llevarle la contraria al amargado a su lado. ―Caballeros, hora de ayudar al jefe. ―Gordon y Donald bajaron del auto para ayudar a su jefe a llegar a la silla de ruedas. Una vez
―No quiero ir a terapia. ―La voz gruesa hizo sentir bien a Freya, ese gruñón la tiene loca. ―Tenemos que ir, hoy es la primera cita. ―Abrió los ojos para mirarlo a la cara. ―Me lo prometiste, Ivor. ―Alastahir no sonrió, desde que supo su segundo nombre no deja de llamarlo así. ―Llegaste demasiado tarde para mi gusto, debería castigarte. ―Freya alzó las cejas, no le gusta ni un poco que esté trabajando en un bar. ―Castígame después de que salgamos de la terapia. ―Sonrió divertida. ―Mejor cuando llegue del trabajo, me encanta que me despiertes, así como lo has hecho hoy. ―Alastahir gruñó. ―Debería no dejarte ir a trabajar más nunca. ―Se apartó de ella, antes moría por pasar tiempo con él y ahora solamente piensa en ese maldit0 trabajo. ―Alístate, si no estás abajo en media hora no iré a ningún lado, aunque me ruegues. ―Freya se sentó en la cama y suspiró, odia que él siempre se ponga de malhumor con facilidad. ―Mi Lord. ―Lo llamó una vez estuvo en la silla de ruedas. Alastahir no l
Nuevamente la vida le arrebata todo, un hogar, la seguridad y la calidez de personas con las que se había encariñado. Freya está desbastada, el saber que Alastahir no quiere verla ni en pintura por mas que ella se esfuerce, la destruye. ¿Cómo puede él ser tan cruel después de haber tenido un acercamiento? ¿Cómo es que decidió echarla ahora que se embarazó? Por supuesto él no la deja decir media palabra y no le ha podido contar lo del embarazo. Alastahir sigue enojado con él mismo por no ser capaz de defender y proteger a esa pelirroja que se metió en su corazón de una manera tan profunda y rápida. No puede mirarse al espejo sin sentirse patético e inútil por esa condición en la que está. ¿Acaso merece él que Freya se esfuerce por demostrarle que lo ama sin importar nada? ¿Merece él que Freya se quede escuchando sus gritos y aguantando sus malos tratos como respuesta a su amor por él? Por supuesto no merece nada de eso. ―Señorita, es mejor que no vaya. ―Dianela la miró implorante, le
Ginebra, quien ya conocía a Freya por las tantas fotos en las revistas, sonrió realmente sorprendida, en persona se parecen aún más. Ahora entiende por qué Alastahir la aceptó en su casa solo un mes después de que lo abandonara.―Hola. ―Ginebra se mostró amable. ―¿Trabajas aquí? ―Freya no podía formular palabra, son exactamente iguales.―Eh… no… digo sí. ―Sonrió conteniendo las lágrimas. ―Pero ya voy de salida. ―Ginebra, quien se pintó el cabello de rojo gracias a los consejos de su amiga, se lo acomodó.―Oh, entiendo. ―Soltó una risita nerviosa. ―Soy Ginebra, he venido porque espero el hijo de Alastahir. ―Freya se sintió morir, si no estuviera agarrada a la puerta, seguramente se hubiera caído de nalgas. ―Nos peleamos y yo me fui, pero la verdad es que lo amo y sé que él a mí también. ―Acarició su vientre de dieciséis semanas. ―¿Crees que puedo entrar? ―Con el corazón en la garganta y una sonrisa en sus labios para disimular su dolor, se echó a un lado y la dejó pasar.―Por supuesto.
Alastahir suspiró pesadamente, tener relaciones con Ginebra no es lo mismo que estar con Freya, esa pelirroja sabia muy bien lo que hacía. Mirando a la mujer a su lado, se sintió culpable de pensar en otra. ―¿Por qué te veo tan pensativo? ―Ginebra frunció el ceño, siempre es más de lo mismo, no se imaginó encontrar un iceberg. ―Bichito, ¿Por qué siento que este último mes las cosas no van tan bien como me gustarían? ―Alastahir se sentó. ―¿Ya olvidaste que me abandonaste? ―La miró con esa frialdad con la que jamás la había visto, se siente resentido. ―Estás a prueba, Ginebra, bien lo sabes. ―Apartó la mirada y soltó el aire por la nariz. ―Además, no puedo dejar de pensar en como terminé las cosas con Freya. ―El solo nombre enervó la sangre de Ginebra. ―No deberías estar pensando en esa mujer. ―Furiosa se levantó de la cama. ―¡Me dijiste que no te habías enamorado de ella! ―Lo señaló dolida. ―¿Qué pasa? ¿Ahora quieres dejar nuestra relación de años y nuestra futura familia por una mu