Madrid

Diana Rodrigues

El beso de Aslan sabía a whisky, estaba claro que había bebido más de lo habitual. Sus manos me sujetaban la cara, una a cada lado. La forma en que me abrazaba era extremadamente posesiva, como si temiera que me evaporara junto con el agua caliente que nos rodeaba.

Mis manos estaban en su pecho, sintiendo la piel caliente del hombre que tenía delante, haciéndome jadear con cada beso que me daba. Era tan bueno explorar su cuerpo, sentir su excitación, su miembro duro. Mi pulgar rodea la punta y desliza la fina piel mientras él deja escapar gemidos de placer. Movimientos más rápidos hacen que me bese con más ardor.

Me sujeta las nalgas y me coloca sobre su regazo, centrando nuestro deseo en un empujón que me hace gemir y soltar el ronco grito del placer. El agua tibia que nos baña se mueve y empapa el suelo de mármol de Carrara del cuarto de baño. El deseo latente en cada movimiento, haciéndome entrar en una nube de deseo cuando sus dedos rodean mi punto de placer. No pu
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