Capítulo 13
—¿Me recuerda? Soy Leo Jiménez, asistente personal del señor —le explicó Leo.

Antes, frente a la entrada del club, Luna había estado casi empapada por la lluvia. Ahora, con el viento frío, no pudo evitar abrazarse con fuerza.

Leo estaba a punto de quitarse el saco y ofrecérselo, pero Luna lo detuvo:

—No hace falta. Dile que el día que muera, volveré a rendirle homenaje.

—Pero, señorita, si no regresa, ¿qué debemos hacer con la empresa y la herencia?

Leo mostró una expresión de reocupación. Debido al orden del señor, él había viajado desde Riveras hasta la capital durante quince horas. Sin embargo, al ver a Luna, ella solo le dejó esas palabras. No sabía cómo responderle…

—Su dinero no tiene nada que ver conmigo. No vuelvas a aparecer frente a mí; de lo contrario, ni siquiera asistiré a su funeral.

Dicho esto, Luna se adentró en la tormenta. La lluvia era tan intensa que casi le impedía ver el camino. Corrió hacia el edificio. Cuando llegó al apartamento, ya estaba completamente empapad
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