Silvia lanzó una mirada desafiante a Luna, complacida. Luna sintió la mirada de Silvia y su corazón se hundió; ¡era ella! Esa mujer no era nada buena, incluso podría usar a un niño.
Silvia se sintió aún más satisfecha; era la distinguida hija de la familia Muñoz, ¿quién podría hacerle algo? Luna, en cambio, no era más que una mujer a punto de ser abandonada.
—Leandro, tengo algo importante que discutir contigo. Víctor nos ha invitado a jugar golf hoy, y pensé en llamarte para que vayas con nosotros. Recibí la invitación esta mañana, y no se podía hablar por teléfono, por eso vine.
—No voy —Leandro rechazó sin pensarlo.
—Espera a que termine de hablar —Carmen sabía que sería así.
—La boda está cerca y las dos familias deberían conocerse. Lo más importante es que he oído que hoy jugarán golf también el señor Pérez y el señor Méndez, quienes tienen gran prestigio en el mundo de los negocios e inversiones. No sé qué tipo de acuerdos de inversión Víctor alcanzará con ellos en secreto. Creo