Capítulo192
La multitud se quedó en silencio.

El anciano sonrió de manera juguetona con una sola frase, lo que hizo que los señores de la familia Hernández cambiaran drásticamente de expresión, y Leona casi se atragantara con el té que acababa de beber.

—Abuelo, ¡no digas tonterías! —Alejandro frunció el ceño con una mirada sombría.

Julio también estaba sorprendida en secreto.

—Julio, recuerdo que tenías tres hijas antes, ¿has tenido alguna hija más en los últimos años? —Fernando preguntó con especial seriedad.

—Aún son las mismas tres niñas. Tengo nueve hijos y ya es suficiente. No tengo planes de agregar más miembros a mi familia en el futuro.

—Ah, ¿y esas tres hijas ya se han casado?

Julio sonrió ligeramente con cierta incomodidad: —Mi sexta hija, Camila, ya se casó en el extranjero. Mi hija más joven, Inés, todavía está estudiando y es demasiado joven, todavía es una niña. Quiero que disfrute sin preocupaciones durante unos años más.

—¿Y qué hay de la otra, la que más quieres? ¿Cómo se llama.
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