Capítulo1887
Observando a Rodrigo abrazando a Noa, Víctor sintió un fuerte nudo en la garganta y no pudo evitar capturar esa escena también.

—Víctor, tengo muchísima curiosidad. ¿Cuándo te diste cuenta? — Luisana, disfrazada de conejo rosa, no pudo contener su gran curiosidad por primera vez.

—Tal vez fue intuición policial.

Víctor le dijo que el amor, esa clase de sentimiento puro, no se puede ocultar, no importa cuánto uno lo intente.

En el instante en que el muñeco perro abrazaba a Noa como si fuera un verdadero tesoro, Víctor supo en ese momento que ese era Rodrigo.

—Deja que Rodrigo y Noa se queden un rato más. Prometemos no molestarlos más—dijo Luisana, con un tono muy suplicante.

—No me debes tener en cuenta. Siempre y cuando Noa esté feliz, está muy bien para mí—dijo Víctor, sin saber que su voz sonaba tan áspera como si estuviera llena de gravilla amarga.

A pesar de su renuencia, Rodrigo devolvió tristemente a Noa junto a Víctor.

No podían seguir así, o podrían delatarse.

—¿Qué pasa? ¿Por
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