Capítulo1892
Húmedo, oscuro, frío.

Lo que le golpeó fue el fuerte olor a polvo rancio y el picante aroma a tabaco, haciendo que Noa, con los ojos medio abiertos y pesados, no pudiera distinguir muy bien entre sueño y realidad.

En un momento de confusión, sintió una mano fría como la de una serpiente acariciando su delicada piel.

—¿Quién está ahí?

Noa abrió los ojos de repente como si hubiera escapado de una terrible pesadilla, solo para caer en otra aún más terrible.

Gaspar estaba sentado al borde de la cama, sus frías manos blancas se deslizaban muy inquietas por su delicado tobillo, ascendiendo lentamente, acariciando lascivamente cada centímetro de su piel.

—¡No me toques!

Noa temblaba con violencia, luchando con todas sus fuerzas, pero se dio cuenta de que estaba completamente atada, incapaz de moverse.

Sin poder hacer nada más, observó impotente cómo las manos sucias y lascivas del hombre tocaban su delicado cuerpo, soportando la humillación de la lava caliente que fluía por cada una de sus ve
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