Capítulo1636
La noche caía, la luz plateada de la luna se derramaba por el suelo, mientras el viento nocturno soplaba y las sombras se agitaban afuera de la ventana.

Diego, con las pestañas bajas y sosteniendo una cruz en sus manos, estaba de pie frente a la imagen sagrada, rezando fervorosamente. Desde que su amada falleció, venía aquí día tras día en busca de redención, confesando los pecados que había cometido. En el pasado, había ofrecido innumerables oraciones. Pero ahora, frente a la imagen divina una vez más, ya no podía ver claramente su propio corazón. Se sentía perdido, sin rumbo.

Diego suspiró profundamente. Justo cuando se estaba dando la vuelta, ¡las puertas de la iglesia se abrieron de golpe! Un viento helado irrumpió, disipando la melancolía que se acumulaba entre las cejas del hombre.

Al siguiente instante, esa figura esbelta y hermosa, con los ojos de zorro brillantes y llenos de lágrimas, rompió la oscuridad y se clavó en su mirada.

—Diego.

El frágil cuerpo de Teófilo, sacudido po
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