Capíttulo936
De repente, ella sintió un fuerte peso en su espalda y su cuerpo se inclinó hacia adelante bruscamente.

Alejandro la abrazó fuertemente desde atrás, su cuerpo la envolvía por completo, deseando poder fundirla en su propia carne.

El pecho musculoso y ardiente del hombre se ajustaba a su delgada y firme espalda, su palpitar intenso golpeaba contra ella una y otra vez, mareando su mente y extendiendo una sensación de entumecimiento y debilidad desde su espalda hasta su pecho.

—Alejandro... —Clara respiraba agitadamente, lo llamaba con una voz bastante ronca.

En su voz había claramente una emoción de resistencia, pero esta vez no hubo ninguna lucha.

—No puede ser insignificante... No te permito decir eso.

Alejandro la abrazó con más fuerza, sus brazos rodearon por completo su cintura frágil, su aliento cálido se esparció en el cuello blanco y sonrosado de ella. —Hace veinte años, perdí a la persona más importante para mí. Veinte años después, he encontrado a la única y valiosa persona en
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