Capítulo207
Aunque sé que no siento amor por Manuel, ya que he decidido estar con él, al menos no puedo hacerle nada que lo traicione.

Frente a Armando, me siento completamente débil. Si él realmente quiere hacerme algo, no tengo la capacidad de resistir. Sus grandes manos sujetan firmemente mi nuca, impidiendo que mueva la cabeza, lo que le permite besarme con facilidad.

Me siento muy disgustada por su forma de forzarme, pero sé que, aunque intente resistir, no serviría de nada contra él. Armando es una persona que nunca cambia de opinión por los demás.

Coloco mis manos en su pecho, empujándolo con fuerza, pero él no se mueve ni un milímetro. Regularmente hace ejercicio, y su fuerza es incomparable con la mía.

Pronto, Armando parece insatisfecho. Deja de besarme y, agachándose, me levanta en brazos. Antes de que pueda reaccionar, me arroja sobre la gran cama.

—¡Armando, ¿qué estás haciendo?! ¡Estás loco!

Le grito con furia, sintiendo cómo el enojo se extiende por mi interior. Sin embargo, él actú
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