Capítulo162
Yo me mantuve en silencio, sin decir una sola palabra, y la verdad es que tampoco quería decir nada. Recogí mis cosas y, sin volver la cabeza, me marché de la casa sin despedirme.

Sentada en el autobús, cuanto más pensaba en ello, más me dolía el corazón. La actitud de mis padres hacia mí y hacia Samuel era completamente diferente, como el cielo y la tierra. No soy una santa, no puedo evitar sentirme afectada.

Ellos son las personas más importantes en mi vida, los considero mi todo, pero ellos solo se preocupan por Samuel. En sus corazones, no hay lugar para mí, su hija.

Mirando por la ventana el paisaje que pasaba rápidamente, mi ánimo se volvía cada vez más sombrío. Mis ojos se llenaron de lágrimas, pero me negué obstinadamente a dejarlas caer.

Me consolaba a mí misma una y otra vez en mi mente: tantos años han pasado, ¿no te has acostumbrado ya? ¿Por qué dejar que algo tan pequeño te ponga triste?

Después de varias horas de viaje, finalmente llegué a la estación. Al bajar del autobú
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