Capítulo34
Ella cerró los ojos, sabiendo que hoy no iba a ser tan fácil. Después del terrible escándalo del día anterior, donde ella lo manipuló a su antojo, era seguro que él buscaría venganza.

Mateo, al escuchar esto, esbozó una amplia sonrisa como si hubiera oído un chiste. Se puso una bata negra que estaba a un lado y, con calma sacó un paquete de cigarrillos de la mesa. Encendió uno, a pesar de que raramente fumaba, dejó que la pequeña llama rojiza se consumiera muy lentamente. El humo cubría las emociones sombrías y turbulentas en sus profundos ojos.

—¿No fuiste tú quien no lo quiso ayer? ¡Ya vete de aquí!

Mariana pensó en el día anterior. Sin necesidad de pensarlo mucho, sabía muy bien que él había estado con Viviana.

—Lo que pasó ayer fue mi culpa —le dijo ella con timidez, acercándose y bajaba la mirada hacia él.

Mateo muy tranquilo, con las piernas abiertas y sentado frente a ella, emanaba una mezcla de arrogancia y desprecio. Al escucharla, se rio con frialdad.

—Que la señorita Soto
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