96. Canción de cuna

Emanuele sabía que se estaba muriendo.

Su cuerpo fue el primero en mostrar los signos, y a un ritmo alarmante por no decir más: pulmones que ya no podían aspirar aire, fosas nasales ardiendo por la embriagadora cantidad de humo, piernas cada vez más tambaleantes, manos temblorosas y sin fuerza, ojos borrosos y llorosos y, por último pero no menos importante, su corazón latiendo cada vez más débil y lento.

Estaba tumbada justo delante de la puerta de Joshua. En algún momento entre golpear la estructura de madera y detenerse a respirar, su cuerpo simplemente se desplomó.

Emanuele intentó levantarse. Una, dos, tres veces. Al fin y al cabo, lo único que le impedía salvar a Joshua era aquella maldita barrera infernal. Si fuera un hombre, probablemente golpearía con el hombro aquella puerta, haciéndola caer de sus goznes, y entraría en la casa.

Un letargo inusual, como el sueño forzado de un anestésico o la lenta inconsciencia de un desmayo, se apodera de su mente.

El sonido de las sirena
Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP