—Morgan, ¿recuerdas lo que te dije al principio, la parte donde te pedí que te deshicieras de tu orgullo? Bueno, no puedo decirte que tu ausencia significará un retroceso muy grande en la empresa, pero sí puedo decirte que la maravillosa vida que tiene tu hija viviendo en esta enorme casa, con una nana que la sigue a todos lados, durmiendo tranquila en su enorme habitación y recibiendo los mejores tratos, no lo conseguirás en otro lado. ¿No lo has pensado? —agregó Esther con tranquilidad.
—Si otros niños pueden crecer en un ambiente menos ostentoso, ¿por qué ella no? —Morgan no quería ceder, pero sabía que su hija no se merecía menos de lo que tenía y no se sentía muy capaz de poder ofrecérselo.
—Morgan, no m
—Ya es noche, ¿cómo planeas regresar a casa? —preguntó Ivar sin despegar la mirada de sus documentos—. ¿Traes auto?—No, suelo moverme en transporte público…La respuesta sorprendió a Ivar.—¿Eres la nieta de la dueña de la empresa y te mueves en transporte público?—Tengo cosas más importantes en las cuales invertir que en un auto —dijo levantando los hombros. Todas las ganancias que había obtenido desde que entró a trabajar iban destinadas al futuro de Erya.—En la entrada está mi chofer, le diré que te lleve a tu casa —contestó Ivar como si f
—¡Ivar! ¡Qué gusto verte! —exclamó la esposa del gobernador, abrazando al CEO con fuerza y dejando su labial rojo marcado en su mejilla.La mujer era muy joven para ser la esposa de un hombre tan viejo y poderoso, y no disimulaba derretirse en deseo por Ivar, aunque parecía que a su esposo no le importaba.—Vimos la joyería que presentaron en la exposición nacional, fue impresionante —dijo el gobernador estrechando la mano de Morgan—. ¿Cómo logra tener tantas piezas únicas?La pregunta la desconcertó. Todos creían que la verdadera creadora era Debbie. ¿Por qué el gobernador le hablaba a ella de esa forma?—Nuestra directora de dise&nti
En la entrada de la oficina de Morgan, Eyra notó sobre el piso unos caramelos que le resultaban conocidos, uno detrás de otro, invitándola a salir. Morgan estaba con los orfebres y Debbie coqueteando con uno de los oficinistas, no había moros en la costa y aprovechando su buena suerte, se acercó al primer dulce de una larga fila de caramelos.Con emoción y dando brinquitos, fue tomando los duces hasta que llegó a la oficina de Ivar sin darse cuenta. En cuanto entró, descubrió sobre el escritorio un tazón de tamaño considerable lleno de esas golosinas. Con una sonrisa pícara, se acercó dando más saltitos y estiró sus manitas para alcanzar el recipiente.Cuando estaba a punto de obtener su tesoro, un par de enormes manos la levantaron y la estrecharon con dulzura.—Te atrapé —dijo Ivar con media sonrisa mientras la niña reía div
Ivar tomó a la niña con ternura y una vez dentro del auto, no paró de jugar y platicar con ella, fascinado por cada movimiento y cada expresión.—¿Cómo está Harold? —preguntó Morgan pensativa.—Extrañándote… —contestó Ivar melancólico—. Tu partida no solo me rompió el corazón a mí…Después de ver el puchero que Morgan hizo al imaginarse a Harold triste, Ivar prosiguió:—…¿Quieres visitarlo? Creo que le gustará conocer a su hermana. ¿Qué dices Eyra? ¿Quieres conocer a tu hermano mayor?—¡Ti! —exclamó la niña emocionada.—Eyra… Tú a todo le dices que sí —dijo Morgan acariciando la mejilla regordeta de su hija, enternecida. Ella no sabía de rencores ni venganzas.
Aunque todos los presentes en esa junta eran conocidos para Morgan, se sentía tan nerviosa como cuando tenía que exponer en la escuela. Sabía que tenía unos zapatos muy grandes que llenar, pues su abuela había sido muy sabia al dirigir la empresa.—Todos creen que estar en un puesto elevado es fácil, pero no es así… —dijo Ivar alcanzando a Morgan en el balcón.Morgan había salido presurosa, sentía que la cabeza le daba vueltas. El peso de la responsabilidad la abrumaba. Apoyada con ambas manos en el barandal, inhalaba profundamente, controlando su miedo por echar todo a perder.—Yo no quería tomar el lugar de Esther…—No es tan malo como crees. —Ivar se plantó detrás de ella, poniendo sus manos al lado de las suyas, volviéndose su refugio de la fuerte corriente de aire—. Además, no estás sola. Morgan volteó hacia él, con anhelo, no podía ignorar esa sensación de protección que le brindaba.—¿Te quedarás? ¿Me ayudarás?— Siempre que así lo quieras.Morgan se abrazó a él y escondió su
—¿Familiares del señor Ivar Haugen? —preguntó el médico y de inmediato se encontró con esa mujer devastada—. ¿Es su esposa?Morgan solo asintió. Se sentía incapaz de abrir la boca sin liberar un sollozo.—El señor Haugen recibió tres impactos de bala, uno en el tórax, rompiendo la aorta y provocando una hemorragia intratorácica, y los otros dos disparos en el abdomen, por suerte estos no generaron ningún daño orgánico.—¿Estará bien? —preguntó Morgan en un susurro.—Haremos lo que esté en nuestras manos…—¡Eso no me sirve de nada! —exclamó iracunda y con el corazón roto—. Solo… sea sincero.—Perdió mucha sangre… y me preocupa que tenga alguna complicación en tórax. Las siguientes veinticuatro horas son vitales. Cuando lo hayan llevado a su habitación, podrá visitarlo.Apenado, pero sabiendo que su trabajo había terminado, el médico se alejó de Morgan, dejando que esta se quedara ahí de pie, llorando desconsolada.—¡Morgan!… —exclamó Kyrie al entrar al hospital casi corriendo.Morgan a
—Grita tan fuerte como quieras, pero toma en cuenta que me llevaré al idiota de Ivar conmigo y no solo eso, jamás les diré dónde está el niño encerrado. ¿Dejarás que muera de hambre, o que las ratas se lo coman? —dijo Jade segura de su victoria.Morgan abrió los ojos con horror, su cuerpo se congeló de solo imaginarse el trágico final que podría tener Harold y su mirada se clavó en la puerta de Ivar. Sabía que podía arriesgar su vida, pero no la de ellos, y su silencio contestó la pregunta de su hermana.—…Eso pensé… —dijo Jade soberbia—. Te llamaré mañana a esta misma hora para decirte donde nos veremos. Más te vale que no digas nada, esto es entre tú y yo.En completo silencio y sin compartir ni siquiera una mirada, Morgan solo fue capaz de escuchar los pasos de Jade alejándose por el pasillo, mientras sus manos sudaban y las ganas de llorar se apoderaban de ella.***Después de su arranque de psicosis, Ivar permanecía sedado por órdenes del doctor, y era lo mejor. ¿Cómo evitaría Mo
—¡Por favor! ¿En verdad me aplicarás la ley del hielo? —preguntó Jade molesta.Todo el camino Morgan no había abierto la boca. Estaba desanimada y prediciendo su final en manos de Jade, pero, por otro lado, se sentía más tranquila. La gente a la que amaba estaba segura. Aunque Pavel fracasara al seguirles el rastro, Morgan estaba dispuesta a terminar con Jade para que no volviera a causar daño.—¿Qué te hace creer que estoy feliz de venir contigo?—Deberías… Yo no soy la mala en tu historia. Yo no te he hecho daño como lo ha hecho Ivar y la familia Haugen. Ellos son a los que deberías de odiar, no a mí. ¡Lo sabes! ¡En el fondo lo sabes! Cuando lleguemos con mamá, haré que te saque esas estúpidas ideas de la cabeza, ya verás…Frente a la señorita de la aerolínea, Jade sacó su cartera y se mostró dulce.—…Me puede dar dos boletos hacia…—¿Me permite su carnet? —preguntó la señorita con cortesía.—Ah… claro…La mujer revisó y tecleó un par de veces.—Lo siento, no tenemos vuelos disponib