Narra Marina.Viernes.Siento que cada que mi compromiso con René se fortalece, comienzo a conocer una nueva parte de mí.—¡Duque batea hacía el jardín central, y no hay quien lo pare! —grito, casi riendo, haciendo voz de narradora—. Duque se posiciona en segunda. Gregory Sánchez se prepara —digo, y el amigo de René me ve y ríe, mientras mi hombre se ve súper concentrado en su base—. Duque avanza hacia tercera, ¡tenemos base robada!, y su padre no pudo detenerlo.No puedo parar de reír cuando el señor Duque luce desconcertado porque no se dio cuenta de nada. Y en cambio mi hombre tiene una gran sonrisa en la cara.Suspiro cuando el castaño me tira una mirada y mi corazón bombea con demasiada fuerza. —¿Crees que haya sido buena idea? —me pregunta Patch cortando el momento.—¿El qué?, ¿todo esto? Por supuesto que sí.Intentamos crear un partido con las personas de su confianza. Solo es una especie de simulacro, ya que la mitad de los chicos no sabe qué hacen aquí. Por ejemplo, Raúl est
Narra René.Isaías le da a la piñata mientras todos los latinos coreamos la canción para este momento. Tengo a Marina abrazada por los hombros con cara alegre aunque no sepa exactamente qué decimos, y de repente se va de mi lado para ayudar a mi cuñada con mi sobrina ya que quiere comer pastel antes de tiempo.Verla con un niño en brazos me hace querer embarazarla lo más pronto posible; pero luego recuerdo nuestra realidad y el sentimiento nostálgico se posa en mi pecho. Pues lamentablemente con mis decisiones le he quitado la oportunidad de ser madre.Los caramelos de la piñata caen al suelo y todos los niños se apresuran en tomar lo que pueden. Allí es donde veo a Marina en medio de todos con mi sobrina ayudándola a tomar caramelos, y estallo de risa. Eso es trampa. La amo tanto.Rolando me palmea el hombro y con un movimiento de cabeza me pide que lo siga, así que lo hago. No hemos podido hablar bien desde hace mucho así que espero que esta sea nuestra oportunidad.—Tienes una fam
Narra René.El teléfono suena en mis pantalones mientras toco lo que puedo del cuerpo de mi mujer. Estamos en el ascensor y me importa un carajo que nos estén viendo por las cámaras.Marina jadea, y me mira con esos ojitos hermosos brillantes en cuanto mi mano se desliza por su espalda baja; introduzco mi mano dentro de su pantalón, llegando a la tela de sus pantys y estiro el elástico.Ella me muerde el labio y ahora soy yo quien jadea, sin dejar de sonreír.—¡Responde ya! —me pide, sacando el teléfono de mi bolsillo.Entonces lo tomo, atiendo sin ver, y cuando las puertas del ascensor se abren, la persona que está frente a nuestro paraíso terrenal, me hace achicar los ojos.—¡Por fin llegan! —me dice Roberto.Cuelgo la llamada sabiendo que es él. Y trago hondo al ver su estado físico. Mi hermano siempre ha sido un hombre que anda bien vestido y con buen ánimo, y luce como yo después de haber decidido quedarme con Marina. Terrible, sí.—Hola Roberto, ¿cómo estás?, ¿quieres jugo o caf
Narrador.Marina acaricia el brazo de René mientras se encuentran en el taxi que los llevará a la clínica. Roberto está en el asiento trasero, sin poder hablar, destrozado, y su hermano puede experimentar casi el mismo dolor.El beisbolista se siente demasiado tenso y molesto consigo mismo como para que las manos de la pelinegra intenten darle calma o lo hagan sentir mejor. ¡No puede sentirse mejor! Así que aparta su mano con cautela. Marina piensa que ha sido un error de su parte, y cuando vuelve a tocarlo, este se aleja de ella brutalmente.Marina siente el rechazo como una lanza clavándose en su corazón, y René se aferra a su culpa interna.En cuanto llegan al hospital el castaño no deja de recibir llamadas de su hermano Rodrigo, pero este no lo atiende, sabiendo que lo más importante ahora es ver a Karen.Marina casi corre detrás de los dos hombres que van hacia todos lados buscando a la morena. Entonces la pelinegra se detiene en la recepción y le da una media sonrisa a Kimberly
Narra René.Descargo mi ira en el gimnasio cada que encuentro un respiro. El teléfono no para de vibrar. Sé que mi hermosa mujer está más que preocupada.Pero ni sus manos, su boca, sus palabras o su mirada pueden hacerme sentir mejor ahora. Pues, verla a los ojos, significa ver nuestro cruel destino. Uno en donde yo la metí, y los metí a todos por mi egoísta elección.—¿Por qué dices todo eso? —me cuestiona Gregory, del otro lado de la línea.No puedo acudir ahora a Karen, no puedo hacerle entender que, de no haber sido por mi egoísmo, Roberto jamás le hubiera fallado, y por consiguiente, no habría provocado la pérdida de un hijo que ella siempre había anhelado.Doy un último golpe a la pera de boxeo. Y respiro hondo antes de sentarme en el suelo, con la cabeza pegada al vidrio, mientras el teléfono se encuentra en alta voz.—Hice un pacto con el diablo —digo al teléfono.—¡¿Qué?! ¿Me estás mamando gallo, René? Eso solo pasa en las películas... —responde Gregory.—No, amigo... Créeme
Narra René. Pasado. La puerta de la choza se cerró de repente dejando a Víctor afuera. Tragué hondo cuando el hombre levantó su mano hacia una silla. Esta silla estaba en medio de lo que al parecer era una especie de círculos con triángulos y figuras extrañas. Tomé asiento, sintiendo el calor y los nervios pasarme por la columna. —Debes decir exactamente qué quieres, René Duque. Sé que deseas mucho más que eso. Si ya estás aquí, aprovecha. Mis seguidores y yo estaremos felices de poder ayudarte... —Su voz era escalofriante, como si le faltaba aire. Entonces, apretando los puños sobre mis rodillas, cerré los ojos, imaginando todo lo que quería, mientras lo narraba. —Quiero ser el mejor de mi familia. Económicamente debe irme mejor que a todos ellos. La fama será solo para mí. Quiero mujeres hermosas dispuestas a quererme como soy. Que todos tengan que depender de mí. Quiero ser veloz en el campo, fuerte, atractivo, perfecto. Un ejemplo a seguir. Quiero ser un Dios, a quien cualqui
Narra Marina.—¡Tu novio es una farsa! ¡Te ha estado mintiendo sobre quién es de verdad! ¡Pregúntate por qué dejó de ser un Dios de un día a otro! ¡Le ha mentido a todos! Pregun...Dejo de escuchar los gritos de Chad cuando finalmente la seguridad de la residencia se lo lleva, y yo logro junto con el gerente adentrar a René a nuestro apartamento.—¿Quiere que llame una ambulancia? —me pregunta el hombre.—¡No! —exclama René en medio de su rostro ensangrentado.Respiro hondo. Tengo el corazón en la mano y los nervios alterados. Veo cómo el gerente se va después de decirme que estará atento a cualquier cosa, entonces cierro la puerta y veo a René intentando pararse del sillón, pero se marea en el intento y vuelve a caer.—¿Qué demonios pasa contigo? —cuestiono al borde del llanto, mientras me agacho para quedar a su altura—. ¿Por qué te fuiste a golpes con ese hombre, René? ¡Tú estás débil! ¡No eres el mismo de antes! ¡Pudo haberte matado!Mi castaño se limpia la cara con su propia cami
Narra René.Al tener una entrega pendiente, y también por no tener a dónde ir después de mi pelea con Chad, paré en el apartamento de mi hermana Rocío. Esta se sorprendió al verme en el estado en que estaba durante la llamada, así que dejó su trabajo para estar conmigo.Le entregué el libro que le mandó Rolando, y ella con evidente nerviosismo lo dejó a un lado de la mesa.—¿Por qué no fuiste a despedir a Rodrigo? —me cuestionó. Sacudí la cabeza no queriendo hablar del tema, y gemí cuando limpió mi labio con alcohol puro—. Es nuestro hermano, ¿acaso no te alegra que tenga un nuevo cargo con mejor salario?—Sí me alegra, Rocío —le espeté—. Pero no pude ir a verlo, ¿por qué no fuiste al cumpleaños de tu sobrino?, ¿por qué no estuviste anoche en la clínica por lo que le sucedió a Karen? —le cuestioné, y esta me entregó la bolsa de algodones, molesta—. Si no haces preguntas yo tampoco.Rocío caminó de un lado a otro mostrando incredulidad y molestia. Sí. Yo no podía tratar con nadie despu