Narrador.Marina acaricia el brazo de René mientras se encuentran en el taxi que los llevará a la clínica. Roberto está en el asiento trasero, sin poder hablar, destrozado, y su hermano puede experimentar casi el mismo dolor.El beisbolista se siente demasiado tenso y molesto consigo mismo como para que las manos de la pelinegra intenten darle calma o lo hagan sentir mejor. ¡No puede sentirse mejor! Así que aparta su mano con cautela. Marina piensa que ha sido un error de su parte, y cuando vuelve a tocarlo, este se aleja de ella brutalmente.Marina siente el rechazo como una lanza clavándose en su corazón, y René se aferra a su culpa interna.En cuanto llegan al hospital el castaño no deja de recibir llamadas de su hermano Rodrigo, pero este no lo atiende, sabiendo que lo más importante ahora es ver a Karen.Marina casi corre detrás de los dos hombres que van hacia todos lados buscando a la morena. Entonces la pelinegra se detiene en la recepción y le da una media sonrisa a Kimberly
Narra René.Descargo mi ira en el gimnasio cada que encuentro un respiro. El teléfono no para de vibrar. Sé que mi hermosa mujer está más que preocupada.Pero ni sus manos, su boca, sus palabras o su mirada pueden hacerme sentir mejor ahora. Pues, verla a los ojos, significa ver nuestro cruel destino. Uno en donde yo la metí, y los metí a todos por mi egoísta elección.—¿Por qué dices todo eso? —me cuestiona Gregory, del otro lado de la línea.No puedo acudir ahora a Karen, no puedo hacerle entender que, de no haber sido por mi egoísmo, Roberto jamás le hubiera fallado, y por consiguiente, no habría provocado la pérdida de un hijo que ella siempre había anhelado.Doy un último golpe a la pera de boxeo. Y respiro hondo antes de sentarme en el suelo, con la cabeza pegada al vidrio, mientras el teléfono se encuentra en alta voz.—Hice un pacto con el diablo —digo al teléfono.—¡¿Qué?! ¿Me estás mamando gallo, René? Eso solo pasa en las películas... —responde Gregory.—No, amigo... Créeme
Narra René. Pasado. La puerta de la choza se cerró de repente dejando a Víctor afuera. Tragué hondo cuando el hombre levantó su mano hacia una silla. Esta silla estaba en medio de lo que al parecer era una especie de círculos con triángulos y figuras extrañas. Tomé asiento, sintiendo el calor y los nervios pasarme por la columna. —Debes decir exactamente qué quieres, René Duque. Sé que deseas mucho más que eso. Si ya estás aquí, aprovecha. Mis seguidores y yo estaremos felices de poder ayudarte... —Su voz era escalofriante, como si le faltaba aire. Entonces, apretando los puños sobre mis rodillas, cerré los ojos, imaginando todo lo que quería, mientras lo narraba. —Quiero ser el mejor de mi familia. Económicamente debe irme mejor que a todos ellos. La fama será solo para mí. Quiero mujeres hermosas dispuestas a quererme como soy. Que todos tengan que depender de mí. Quiero ser veloz en el campo, fuerte, atractivo, perfecto. Un ejemplo a seguir. Quiero ser un Dios, a quien cualqui
Narra Marina.—¡Tu novio es una farsa! ¡Te ha estado mintiendo sobre quién es de verdad! ¡Pregúntate por qué dejó de ser un Dios de un día a otro! ¡Le ha mentido a todos! Pregun...Dejo de escuchar los gritos de Chad cuando finalmente la seguridad de la residencia se lo lleva, y yo logro junto con el gerente adentrar a René a nuestro apartamento.—¿Quiere que llame una ambulancia? —me pregunta el hombre.—¡No! —exclama René en medio de su rostro ensangrentado.Respiro hondo. Tengo el corazón en la mano y los nervios alterados. Veo cómo el gerente se va después de decirme que estará atento a cualquier cosa, entonces cierro la puerta y veo a René intentando pararse del sillón, pero se marea en el intento y vuelve a caer.—¿Qué demonios pasa contigo? —cuestiono al borde del llanto, mientras me agacho para quedar a su altura—. ¿Por qué te fuiste a golpes con ese hombre, René? ¡Tú estás débil! ¡No eres el mismo de antes! ¡Pudo haberte matado!Mi castaño se limpia la cara con su propia cami
Narra René.Al tener una entrega pendiente, y también por no tener a dónde ir después de mi pelea con Chad, paré en el apartamento de mi hermana Rocío. Esta se sorprendió al verme en el estado en que estaba durante la llamada, así que dejó su trabajo para estar conmigo.Le entregué el libro que le mandó Rolando, y ella con evidente nerviosismo lo dejó a un lado de la mesa.—¿Por qué no fuiste a despedir a Rodrigo? —me cuestionó. Sacudí la cabeza no queriendo hablar del tema, y gemí cuando limpió mi labio con alcohol puro—. Es nuestro hermano, ¿acaso no te alegra que tenga un nuevo cargo con mejor salario?—Sí me alegra, Rocío —le espeté—. Pero no pude ir a verlo, ¿por qué no fuiste al cumpleaños de tu sobrino?, ¿por qué no estuviste anoche en la clínica por lo que le sucedió a Karen? —le cuestioné, y esta me entregó la bolsa de algodones, molesta—. Si no haces preguntas yo tampoco.Rocío caminó de un lado a otro mostrando incredulidad y molestia. Sí. Yo no podía tratar con nadie despu
Narrador.Rocío sacude la cabeza mientras ve a su hermano tras las rejas.—Duque, pagaron tu fianza —informa el guardia abriendo las rejas.—¡Gracias! —agradece el castaño a su hermana mientras la abraza.—Solo dime que fue por una razón justa...—¡Voy a ser padre! —exclama el beisbolista lleno de angustia pero también emoción—. Marina está embarazada, voy a ser padre y necesito encontrarme con Víctor de nuevo en...—¡No, no! No vas a ir a ese lugar de nuevo, René —le dice Rocío—. Al menos que sea de vida o muerte.René entra al auto de su hermana y deja salir las lágrimas llenas de frustración, felicidad, dolor, culpa, todo.—Si no hago nada, Rocío... Si no voy allá... Marina y mi hijo van a morir, ¿me entiendes? Un bebé no está dentro del acuerdo, ¡no pueden hacernos esto!Su hermana lo mira con fijeza. Las lágrimas no se tardan en llegar al saber lo evidente. Su hermano debe morir para que Marina y su hijo no lo hagan.—¿Cómo diablos los vas a convencer? La vida misma ya no importa
Narrador.El corazón de René duele mucho más que antes a sabiendas de que cometió errores mucho antes de hacer el pacto, durante y después.—Ya no quiero hacer sufrir más a la gente que amo —masculla casi sin fuerzas—. Si mi alma en pena no es suficiente para ti, entonces tómame de esclavo. Llévate todo de mí, pero no los toques a ellos, por favor, no merecen nada de lo que hice. El único culpable soy yo. Soy yo el imbécil egoísta, ¡soy yo! ¡Y estoy arrepentido!—¡No existen arrepentimientos! —exclama el hombre y el humo del tabaco arde en la cara de René—. ¡Debes sufrir! —Y cuando lo dice, René siente de nuevo todo el cuerpo arder, como aquella vez—. Vas a seguir viviendo con tus demonios, ¡ese es tu castigo! ¡Ver cómo todo lo que amas se va en cuestión de segundos y vivirás eternamente con tu demonio haciéndote sufrir!—¡No quiero esto! —grita, intentando alejarse de los demonios que rodean su cuerpo—. ¡Ya no lo quiero! ¡Debe haber una manera de solucionarlo sin que nadie salga heri
A la sala de espera de la clínica no le cabe ni un alma más.Al Hillary escuchar el estallido y no tener acceso al penthouse tuvo que llamar al gerente para que abriera, y allí estaban, Marina y René abrazados, tumbados en el suelo.La noticia se expandió rápidamente. La familia Duque fue la primera en llegar a la clínica, llenos de angustia, lágrimas y dolor. Debía ser una mentira. Nada de eso podía estar pasando.Seguido de los Duque, tras la celebración por haber ganado el último juego y consolidarse como campeones, el equipo entero de los Cubs de Chicago también llegó a la clínica. Unos minutos después Gregory, el amigo de René, también se hizo presente.Mientras todos se encuentran viéndose a las caras cuestionando qué rayos fue lo que sucedió, Hillary con el corazón partido sostiene el teléfono en sus manos manteniendo una llamada a distancia con Rodrigo, quien no puede abandonar su trabajo por nada del mundo.Hillary les explicó a todos que cuando tocó sus cuerpos, estos estab