Resulta que no tuvimos que esperar en la fila. Elena habló con el guardaespaldas en el frente y él nos dejó entrar a los tres sin siquiera revisar nuestras identificaciones. Tan pronto como entre al club, una ola de calor me golpea, miro a mi alrededor, incluso las personas que apenas llevan ropa están sudorosas mientras se mueven entre sí y cantan la letra de las canciones que suenan a todo volumen por los altavoces.

Fiel a su nombre, el club tiene sofás de terciopelo morado a los lados con mesas moradas metálicas. Las luces también son de color púrpura, los focos se reflejan en las bolas de discoteca espaciadas esporádicamente alrededor del techo y crean bolas de luz danzantes alrededor de la habitación. Muerdo mi labio para reprimir una sonrisa. La lavanda es mi color favorito y nunca había estado en una habitación con tanto púrpura. Elias capta mi sonrisa y tira de mi brazo. 

- Vamos. ¡Bailemos!

Me empujan a través de una multitud de personas hasta q