- Ese vampiro nunca volverá a ponerte la mano encima. Está encerrado en la prisión de la manada, donde se quedará hasta que decidamos que ha vivido lo suficiente- gruñe, termina su frase justo cuando gira hacia mi calle. Se detiene en mi entrada y de repente me doy cuenta de que tengo muchas más preguntas que hacer.

- ¡Espera! ¿Por qué vino el vampiro por mí? ¡Él sabía que yo conocía a Travis! ¿Cómo sabía que yo estaría allí?- Mis innumerables preguntas fueron interrumpidas por la puerta del pasajero abriéndose de golpe por nadie más que mi madre y se ve enojada.

- Entra. Ahora- Exige mi madre. 

Con los ojos muy abiertos, la sigo rápidamente hasta la puerta principal. En este momento, olvido mi miedo al vampiro, que es reemplazado por un miedo completamente nuevo colocado allí por mi madre enojada. Nunca la había visto tan lívida antes y a diferencia de la última pelea en la que estuvimos, sé que esta vez su ira está justificada. 

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