EnzoMi conciencia regresó lentamente, con la mente nublada y las piernas pesadas, como si estuviera saliendo de la anestesia.Parpadeo, con la vista todavía borrosa, mientras me esfuerzo por asimilar lo que me rodea. Después de un momento, me doy cuenta de dónde estaba. Estaba acostado en la cama d
NinaMe recosté contra la pared de la terminal del aeropuerto, recorriendo ansiosamente mis mensajes recientes a Enzo. No había nada nuevo, aparte de mis mensajes desesperados preguntando dónde estaba. Mis llamadas iban directas al buzón de voz toda la mañana, igual que la noche anterior.Aunque el
NinaLa recepcionista del elegante hotel me dedicó una sonrisa cortés cuando Luke y yo nos acercamos. Mis zapatos parecían resonar en el suelo de mármol y miré a mi alrededor tímida, observando a todos los adinerados clientes del hotel que estaban alrededor."Me siento fuera de lugar", le susurré a
EnzoMe paré con dificultad y las palmas de las manos rozaron el suelo de piedra helada. El portal arremolinado se desvaneció, dejándome solo en este extraño lugar. Me rodeaban paredes lisas de obsidiana, solo interrumpidas por un techo alto y abovedado. No tenía puertas ni ventanas visibles en la a
Finalmente, después de lo que me pareció una eternidad, me desmayé sobre la cama. La cuerda de plata seguía atada a mis muñecas y a mi cuello, un recordatorio constante. Cada movimiento me dolía, y mi lobo no aparecía por ninguna parte.Tiempo después, el sonido de un hierro me sacudió en medio del
Nina"¡Nina! Mira esto".Mis ojos se clavaron en los brillantes hilos plateados que Luke apretaba entre los dedos, casi brillando a la luz del sol. Al principio me quedé boquiabierta, confundida."¿Hilo de plata de joyería? Debió caerse de la blusa de Mila cuando estuvo aquí con Enzo", dije.La sola
Enzo"¡Quita tus sucias manos de encima!", gruñí, revolviéndome contra los dos musculosos sirvientes que intentaban quitarme la ropa. Más manos me agarraron por todos lados, dominando mis débiles intentos.Gruñí insultos hasta que me pusieron una mordaza entre los dientes, que silenció mi ira.Me me
A menos que..."Déjame hablar con mi esposa", ahogué con urgencia. "Quiero al menos verla, hacerle saber que estoy vivo y que la amo antes de...". No pude forzar las horribles palabras, pero no lo necesitaba."Por favor", dije suavizando un poco la voz, "sé que no eres tan cruel como para negarnos u