Nina El susurro del viento y el zumbido lejano del campus eran el fondo de nuestra conversación. Enzo y yo estábamos sentados en los escalones de nuestro dormitorio universitario, con una pila de catálogos de viviendas a nuestro alrededor, subrayados sin suerte.Enzo se pasó una mano por el pelo, c
NinaAunque dormir era un lujo que ni Enzo ni yo podíamos permitirnos estos días, me encontraba llena de energía por el remolino de los preparativos de la boda y las renovaciones de la casa.Gracias a la ayuda de Enzo, de todos nuestros increíbles amigos y de un fantástico grupo de contratistas, est
NinaLa ansiedad me subía por el pecho mientras miraba el celular que tenía en la mano.Una vez más, el intento de llamar a mi madre resultaba inútil.No podía ni contar las veces que intenté llamarla en las últimas tres semanas, y todas quedaron sin respuesta. Esta vez, sin embargo, incluso saltó e
EnzoEl polvo y el sudor se pegaban a mi piel mientras luchaba con los nuevos muebles de la sala.Era el toque final a las renovaciones en las que estábamos trabajando desde hace meses y que transformaban nuestra casa, antes aburrida, en un hogar lleno de vida. A pesar del cansancio que me atenazaba
NinaLa risa de Enzo era contagiosa cuando bajé de un salto del cofre de mi coche.El incidente del mapache, la misión del pastel casi abandonada y ahora la grúa remolcando mi coche... era algo absurdo que solo me podía pasar a mí."Ridículo", reprendió, sonriendo mientras llamaba a la grúa y subía
NinaMe puse a trabajar apenas llegamos a casa.Mezclando tazones, batiendo, espolvoreando harina y con una dulzura azucarada en el aire que podía saborear en la lengua, la cocina era mi santuario, y me deleitaba con la tarea que tenía entre las manos. Hacer el pastel no era una mera tarea; era un t
NinaMientras ponía la última porción de glaseado sobre el pastel, sonó el timbre de la puerta anunciando la llegada de nuestro primer invitado. El cálido calor de la anticipación se encendió en mi pecho. Me quité el polvo de las manos y fui a recibirlos.Antes de que pudiera abrir la puerta, Jessic
Finalmente, llegó la hora del pastel."¡Abran paso a la pastelera!", anunció Enzo, ayudándome a llevar el pastel a la mesa. La sala se llenó de gritos y aplausos.Después de cortar el pastel y brindar con champán, empezamos. El cremoso exterior de mantequilla de maní dejó paso al cálido y húmedo int