Nina Encontré miradas con el líder salvaje. Estaba apartado del resto y sus brillantes ojos amarillos estaban fijos en mí. Supe al instante, por la forma en que me miraba y la fuerte reacción de mi lobo dentro de mí, que ese era su plan desde el principio. Pensó que podría matarme mientras el rest
Enzo "Nina, por favor, corre", le supliqué mientras empezaba a sentir que me transformaba. "Ve con Luke". Nina me miró con los ojos muy abiertos, pero Luke asintió detrás de ella. Me moví, confiando en que la sacaría de aquí. Sabía que ella quería luchar, pero había muchos más salvajes de los que
Nina Sentí que empezaba a transformarme justo cuando el salvaje me alcanzó. La sensación era abrumadora. Era como si el mundo girara a mi alrededor y yo me aferrara a la tierra para salvar mi vida. Hundí los dedos en el suelo helado y gemí al sentir que mis huesos crecían y cambiaban dentro de mí,
Nina Finalmente, me transformé por primera vez. Toda mi agonía se desvaneció y fue sustituida por sentidos intensificados. Todo parecía más brillante, olía con más intensidad y podía oír a kilómetros de distancia. No solo eso, sino que me sentía más fuerte que nunca, y mi pareja estaba en proble
Nina Justo cuando pensaba que iba a perder a Enzo, el poder de nuestro vínculo de pareja me permitió curarlo. Se incorporó y me jaló hacia su regazo en el suelo del bosque, y cuando por fin nos separamos, no pude resistir el impulso de reír de pura alegría. Aunque posiblemente los salvajes seguían
Nina Mientras caminábamos de vuelta a la ciudad, parecía que lo que Luke y los otros habían dicho era cierto después de todo. Todos los salvajes se habían marchado cuando su líder aulló y, por suerte, no hubo muchos daños. La gente parecía conmocionada, pero aparte de eso, nadie estaba gravemente h
Nina Esa noche celebramos la ceremonia de Reclamación en las cabañas. Había luna nueva y el cielo estaba oscuro. Al principio, no esperaba que viniera mucha gente, si es que hubiera. Pero poco a poco, a medida que avanzaba la noche, fueron llegando más y más personas. La mayoría eran estudiantes
"¡Ay! ¡Oye!". Grité, dándole un golpe en la cabeza y provocando su risa mientras sentía cómo se me ponía duro el pezón por debajo de la camiseta. Sin embargo, no pude evitar reírme también. "¿Quieres entrar?", me preguntó, haciendo un gesto con la cabeza hacia la cabaña que teníamos detrás. Sabía