NinaEstuvimos observando durante una hora a través de aquella ventana con la respiración entrecortada, casi sin pestañear, mientras esperábamos a ver qué ocurría cuando los Crecientes y los salvajes salieran por fin. Nadie dijo una palabra en todo ese tiempo, demasiado alertas y asustados de que lo
Finalmente, dejé que mi propia mano recorriera su cuerpo. La última vez que habíamos dormido juntos, había terminado conmigo por la mañana... Pero ahora sabía que no volvería a dejarme. Mientras mi mano bajaba por su pecho, sobre sus abdominales y hasta su entrepierna, lo acaricié con mi mano y noté
EnzoMe desperté unas horas más tarde con el cálido cuerpo de Nina entre mis brazos. Cuando el recuerdo de nuestro apasionado -y algo pervertido- sexo volvió lentamente a mi mente, no pude evitar una sensación de paz. Sin embargo, el hecho de no saber qué le había pasado a mi padre y si el Rey Alfa
“Pequeño...”. Me abalancé sobre él, totalmente dispuesto a darle otra paliza, pero me detuve cuando Nina se interpuso de repente entre nosotros. Mi vista se puso roja cuando Matt y Bryce se acercaron corriendo; Matt me apartó mientras Bryce volvía a atar a James. La pequeña sabandija incluso me sonr
Nina“Está decidido, entonces”, dijo Matt. “Que se sepa de aquí en adelante que Enzo Rivers es el Alfa de nuestra nueva manada. Enzo... Llévanos a una nueva era en la que humanos y hombres lobo puedan ser aliados contra el mal”. Hubo un largo silencio después de que Matt hablara. Sentía que el cora
NinaUna vez establecido el plan, era hora de ponerlo en práctica. Teníamos que hacerlo mientras hubiera sol, y tendríamos que hacerlo ese mismo día antes de que los Crecientes volvieran a buscarnos. Lori y Jessica se quedaron para vigilar a James, que seguía encerrado en la habitación de Jessica.
Había una pequeña escotilla en el depósito de agua. Me arrodillé junto a ella, la abrí y empecé a verter el contenido de cada frasco. Por si acaso no funcionaba, guardé varios viales y los metí en la mochila antes de volver a cerrar la escotilla y salir. Enzo y yo no tuvimos que hablar. Nos lanzamo
NinaEnzo y yo nos separamos, mirándonos a los ojos con incredulidad. De alguna manera, nuestro plan había funcionado; ¡todos los salvajes se habían convertido de nuevo en nuestros compañeros de clase! No pude evitar soltar una carcajada incrédula y lanzar mis brazos alrededor del cuello de Enzo, so