Me había extrañado no ver a Héctor en los últimos tres días, después de nuestra conversación en el bar, cuando me confesó que sí había incidido, de forma un tanto directa, en el retiro de Bruma y quedamos en que no podíamos volver a vernos, por ninguna circunstancia. ¿Qué tan en serio se lo había tomado? Supongo que mucho porque o me evitaba, o se había ido, quizá a algún viaje que le permitiera estar por fuera el tiempo suficiente hasta enterarse que había sido eliminada, de forma convencional, del concurso. Podía ser que así fuera y por eso estaba por cumplir setenta y dos horas sin verlo o tener noticia de él. Mientras estos pensamientos pasaban por mi cabeza, recibimos la noticia de que, al fin, Teressa estaba presentable para que nos dieran el resultado de la última prueba, cuando enfrentamos a los Starway. De todas maneras, tendríamos que esperar hasta la caída del sol para que el maquillaje que le iban a aplicar a ella, y a todos nosotros, estuviese justificado y, de todas fo
Todavía no podía creer el cambio en mi madre que, por fin, había aceptado mi relación con Esmeralda y, siguiendo su consejo, tomé el primer avión que partía a Nueva York para alejarme, por al menos dos semanas, del hotel en donde se alojaba el amor de mi vida. —Lo que quiero que entiendas —dijo mi madre cuando conseguí controlar mi euforia—, es que, si sigues aquí, la perjudicarás a ella, a ti y el nombre del hotel, porque si alguien llega a descubrir lo que ustedes ocultan, ella será expulsada igual que la otra chica, tú credibilidad se irá al traste y hasta puede ser que la transmisión del concurso se cancele, a solo unas horas de su estreno, porque ya serían dos los escándalos que salpicarían su imparcialidad. Piensa en todas las personas que tu presencia aquí pone en riesgo. No podía tener más razón. Acepté su consejo, atendí a sus palabras y, sabiendo que ahora estaba de nuestro lado, partí con la tranquilidad de saber que ella se quedaba en el hotel para ser un ángel guardián
Como habíamos tenido dos días de descanso debido a lo que le pasó a Teressa, que ya estaba mejor, nos enfrentamos a la siguiente prueba de eliminación después de que Clare dejara la competencia. Se conservaban los equipos de juniors y masters, ahora algo más parejos después de que los Starway hubieran perdido a tres de sus integrantes y, como hubiera previsto Rubí, a la que ahora teníamos ganas de llamar oráculo, la siguiente prueba se realizaría simulando el menú de un restaurante más formal. —Tendrán, al igual que en la prueba anterior, dos días para preparar y presentar los platos del restaurante, que tendrá entrada del público y, además de las calificaciones de los comensales, los jueces también los visitarán y probarán sus platos, para tener un mejor criterio al momento de juzgarlos —dijo Michelle cuando nos presentó el siguiente reto—. También, para hacer de esta una prueba más equilibrada y después de escuchar los comentarios que nos hicieron los masters el día de ayer, los d
Terminamos la primera jornada habiendo adecuado el restaurante y organizado el menú que ofreceríamos. Previendo que Yoshihiro se decantaría por el sushi, y atendiendo a que nuestra chef y maestra, Anura, lo detestaba, nos decantamos por otro tipo de preparaciones de la comida japonesa, con énfasis en los pescados, valiéndonos de lo que sabíamos del restaurante de nuestra sensei. Elegimos solo una entrada, el tradicional kaiseki, tres platos principales, todos con pescado, dos caldos y un único postre, los monchis. Como todas las preparaciones debían ser frescas, solo escogeríamos los pescados hasta el día siguiente y lo único que dejamos precocido fueran las sustancias de los caldos, que sí convenía dejar “trasnochando”. Cuando llegamos al Boca Canoa, casi sobre la medianoche, estábamos tan cansados que apenas comimos algo muy ligero, para despertarnos en la madrugada con hambre. Cenamos, nos deseamos buenas noches y a momir. Al día siguiente nos levantamos antes de las cinco, para p
Estábamos todos de lo más monos, recién bañaditos, cuando nos reunimos en la piscina. Al mirar a Teressa, a quien todavía escurría el pelo, también me fije en Filip y no pude dejar de imaginarlos en la ducha porque seguro y se habían bañado juntos. Cómo los envidiaba por poder hacer eso, mientras que a mí me tocaba suspirar y preguntarme dónde estaría mi amado, de quien no sabía ni el paradero. —Esma, Esma —susurró Rubí, a mi lado.—¿Uh?La miré, extrañada, mientras me hacía ojos en dirección a Michelle.—¡Ah! Lo siento, ¿me preguntaste algo? —dije, apenada.—¡Corten! —ordenó el director.Tuvimos que retomar la escena y Michelle repitió la pregunta. Era algo sobre mi experiencia como sous chef de Rubí y el hecho de que las dos trabajáramos en el mismo restaurante, de Anura Yaki. Luego hubo preguntas sobre los ingredientes, que por qué habíamos seleccionado la comida japonesa, que cómo creíamos que nos había ido, en fin, las típicas preguntas de introducción y, más que prestar atenció
Eran dos victorias, del todo inesperadas, para los junior. Estábamos felices, aunque todavía no podíamos sentirnos ganadores porque Anne, la francesa, seguía estando en el concurso y ella era la rival a la que considerábamos más difícil. —Chicas, chico, esto igual hay que celebrarlo —dijo Teressa cuando nos reunimos a brindar en el mismo bar en donde había visto, y hablado, con Héctor por última vez. Levantamos las copas de nuestros cocktails, Filip su botella de cerveza, y ellos, que eran solteros y no tenían hijos, se prepararon para una noche de borrachera. Yo me retiré cuando terminé mi piña colada, a estar con Verónica, que me estaba esperando en la habitación. —Pórtense bien, no vayan a hacer males y, mucho menos, algo de lo que después puedan arrepentirse. —Les dije cuando me fui. Después me enteraría de que mis palabras les entraron por un oído para salir por el otro, cuando el licor les jugó una mala pasada y comprometió nuestra ventajosa posición, pero eso lo contaré m
Entré al cuarto, me puse una blusa y un jean, y antes de salir, le avisé a Nicole que debía salir. Esperaba no demorarme. Con el ánimo de no ir a interrumpir el sueño de Verónica, acompañé a Regina a su habitación, en donde me contaría lo que había sucedido y el motivo que llevó a Héctor a tener que devolverse al país, sin siquiera haberme avisado. —Mi hijo recibió un mensaje de su asociado —dijo Regina cuando ya estábamos sentadas en la salita de su suite—, en el que le avisó que debía reunirse con él con carácter urgente. Héctor asistió a la reunión y allí se enteró que los productores habían recibido la noticia de su relación sentimental contigo. —¿Pero cómo se enteraron? ¿Cómo lo supieron? ¿Alguien les contó? —pregunté, con el corazón a mil pulsaciones por segundo. —No lo sé, niña, porque Héctor tampoco fue informado sobre el medio por el que los productores lo supieron, solo puedo decirte, como él me lo contó, que en ese momento le impusieron una única alternativa: debía dej
Esa noche no dormí, no pude hacerlo. Me daba vueltas en la cabeza la idea de que, quizá, alguno de mis amigos hubiera podido traicionarme. Cualquier de los tres habría podido hacerlo para acercarse, un paso, a la victoria porque quizá, después de Anne, yo era la rival más difícil. Aunque no podía estar segura de que hubiera sido alguno de ellos, porque quien me delató pudo haber sido cualquier otra persona, otro concursante, incluso una nota anónima de Bruma, enviada solo para desquitarse por lo que le había sucedido a ella. Eran tantas las opciones, que no podía contaminar mi corazón con sospechas hacia Teressa, Rubí o Filip, pese a que, de todos los concursantes, eran los únicos que sabían de mi relación con Héctor, al menos que yo supiera. Al salir el sol, me levanté y pasé a ducharme. Esa era, quizá, mi última mañana en el hotel y, al pensar en esa posibilidad, el llanto volvió a embargarme. ¡Cómo había sido de tonta! Había echado por la borda una oportunidad tan buena, única e