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Mi primera clase es de Dicción y Español I, con una profesora anciana de carácter fuerte. Se pasea por los espacios que hay entre los pupitres dando su presentación: Micaela Guzmán, ochenta años, guionista, escritora y actriz. Luego pasa a cada uno de los estudiantes al frente para leer un texto sobre la libertad de expresión que trajo impreso en una hoja blanca, a la mayoría los insulta por no completar las terminaciones de cada palabra de manera correcta, a otros por leer muy lento y a otros por hacerlo muy rápido. Cuando llega mi turno me levanto del pupitre tranquila y segura, tomo la hoja que me tiende y hago mi lectura tal y como siempre practico frente al espejo. La mujer no dice nada y eso me hace ser la única chica a la que no le lanza m****a hoy.

El resto de la clase transcurre entre regaños y comentarios mordaces para minimizarle la autoestima a mis compañeros. Yo me mantengo seria y firme, sin demostrar que la vieja esa empieza a caerme mal por su falta de educación y respeto con sus alumnos. Salgo a las diez de la mañana de esa clase y entro directo a expresión corporal donde nos envían a hacer como primera actividad una personificación de figuras históricas, yo escojo a Frida Kahlo. Debo presentar la tarea la semana que viene y me emociona que por fin he iniciado con este sueño.

A las doce salgo de clases, ya he terminado por hoy. Hay una chica de cuarto año con una camiseta blanca que espera a todos los nuevos en el pasillo para darles la bienvenida y llevarlos a dar un paseo por todo el campus universitario, demasiado latoso para mí, así que me escurro con cuidado y escapo a la facultad de leyes. Al parecer en el salón I de dicha facultad buscan integrantes para una nueva obra de teatro, eso según los comentarios de algunos compañeros al salir, y también según internet. Lo averigüé hace dos meses cuando llegué a la ciudad, en cada inicio de año organizan una obra de teatro por escuelas para hacer competencias artísticas interfacultades luego, y aunque yo voy a participar en la mía por lógica, aprovecho la excusa de preguntar si puedo hacerlo con una facultad a la que no pertenezco sólo para dar un vistazo por el lugar.

Una pequeña mentira debido a que en la UFA son bastante estrictos con el ingreso de estudiantes ajenos a las escuelas, sólo cursantes de la carrera pueden entrar. Y debes tener una buena defensa por si alguien te atrapa dentro de no serlo.

Cosas de seguridad, no lo sé. O estupidez misma.

De entrada me topo con Ez, el tipo ni me mira, así que aprovecho para darle una mirada detallada. Tiene un aura sombría, como si callara a sus demonios con tanta fuerza que poco a poco se queda sin ella. Fuma un cigarrillo con la mirada perdida en quien sabe qué cosa, es bastante serio, con esos ojos oscuros y profundos que gritan a los cuatro vientos que sufre en secreto.

¿Por qué sufres, Ez?

—¿Se te perdió algo? —Suelta en mi dirección.

M****a.

Lo observo sin entrar en pánico.

Un timbre suena, bingo.

—No, nada. —Intento mantener la calma, me acerco seria, algo insinuante también—  ¿Te molesta que te miren nada más? ¿O te molesta que con mirar puedan descubrir lo que hay debajo?

—¿Debajo de qué?

Su tono de voz es seco y frío. El tipo parece estar de mal humor.

Escucho las puertas abrirse y los pasos de los estudiantes saliendo.

Perfecto, todo marcha bien.

—Debajo de…

—¡Ez, carajo! ¿Qué haces allí parado? Vámonos. —Escucho que hablan detrás de mí, el hombre se detiene a mi lado y me mira serio, detallista. Es Draco, su hermano mayor— ¿Y tu amiga quién es?

—No sé quién carajos es, y tampoco me interesa.

Y nos da la espalda a ambos, largándose de peor humor que nunca.

Vaya… Qué carácter.

—Lo lamento, no sabía que él fuera…

Y me callo, fingiendo pena por lo ocurrido con su hermano menor.

Draco asiente de manera casi imperceptible con una sonrisa en el rostro, se permite observarme con más libertad, sin vergüenza alguna, veo en sus ojos el brillo de la diversión dar vueltas como luces fluorescentes hipnotizantes. Porque soy la personificación de todo lo que a él le gusta en una chica.

Te observo desde hace mucho, Draco, desde que te conseguí en F******k. Y he fantaseado por meses con la idea de tenerte frente a mí, y mira, soy la admiradora más perseverante que conocerás jamás.

Draco Hudson: odia el café, y a las chicas tontas con un maní por cerebro. Le gustan las mujeres de cabello oscuro y blancas, con buen trasero y pechos pequeños, lampiñas y coquetas, inteligentes pero no demasiado para que no descubran que es un maldito imbécil que arrastra episodios traumáticos desde su niñez, porque su madre no ha estado en mucho tiempo y ser mujeriego y desgraciado es la manera cliché que tiene para reflejarlo. Tiene un fetiche por los pies pequeños, y no es más que un idiota resentido con máscara de niño malo.

Lo he evaluado psicológicamente en todos los aspectos, y es listo pero no tanto como aparenta.

—Sí, no le hagas caso, Ez es algo… asocial, odia a la gente. —Intenta ser agradable.

—Sólo quería saber en dónde queda el salón de movimientos artísticos.

Sonríe de lado.

Es muy guapo, y él es consciente de ello.

También es muy difícil ser considerada la chica de turno por él.

—Al final del pasillo. —Habla serio, pero sigo viendo la diversión e intriga danzar en su mirada.

—Gracias.

—Soy Draco, por cierto.

Asiento, dándome la vuelta. Me doy cuenta de la mirada que le da a mi trasero pero me hago la tonta. No voy a responderle, es obvio que quiere saber mi nombre y eso no sucederá, al menos no por ahora.

—Gracias, Draco.

Y camino hacia donde me ha indicado.

Peach dijo que por ser el gemelo mayor es el líder de sus hermanos y el más controlador. Y sé por experiencia que cuando un controlador muerde un poco de curiosidad es capaz de todo por averiguar eso que  ha llamado su atención. No volteo hacia atrás, pero camino con toda la sensualidad que me permito, porque sé que él me sigue viendo, y se está preguntando de dónde salí y cómo me llamo.

Ahora ven, Draco, soy el queso en medio de la trampa.

°°°

—¡Ahora arriba, chicos! —Grita Daian, el líder del grupo en el que estoy. Su camiseta blanca lo identifica como uno de los organizadores de la actividad.

Trae un carnet guindado al cuello que lo identifica como estudiante de medicina.

Resulta que al abandonar la escuela de Leyes me topé con el grupo del que escapé al salir de clases y algunos de mis compañeros me reconocieron como la chica que leyó sin ser regañada por la vieja bruja de Dicción y Español I, así que me secuestraron, de manera hiperbólica por supuesto, y me trajeron con ellos a la actividad de Bienvenida para los Nuevos Ingresos en medio del campo de futbol de la universidad.

Aburrido.

El lugar es enorme, parece un estadio de béisbol de las grandes ligas. Y no sólo estamos nosotros, sino que hay chicos de todas las carreras porque al parecer es una actividad en conjunto llamada Día de iniciación. Hay estudiantes avanzados viendo la celebración con diversión en los ojos, otros que observan el ambiente nostálgicos por recordar sus emociones en esta etapa de novatos. No sé cuántas personas hay exactamente, pero somos cientos. Hay música electrónica de fondo, cavas enormes con cervezas y autos en medio del campo con las puertas abiertas y chicos de años superiores sentados dentro de ellos.

Me levanto del suelo por la orden de Daian, ya son las cuatro de la tarde y quiero irme a casa para darme un baño y dormir un poco, anoche casi no pegué un ojo por la ansiedad del primer día.

—¡Momento de socializar! —Vuelve a gritar— Es hora de mezclarse con los otros grupos.

Y un silbato se escucha, todos los nuevos empiezan a correr de un lado a otro mezclándose con los grupos de nuestros alrededores. Yo me quedo exactamente en el mismo lugar mirando todo con pereza.

Pensé que mi primer día en la vida universitaria adulta sería más interesante, no un plan vacacional de niños tontos mostrando lo estúpidos que son. Creo que soy muy madura para mi corta edad o demasiado pesimista.

Alguien me agarra del brazo y empieza a correr conmigo a rastras. Avanzo para no caer de boca al suelo y muy pronto estoy dentro de un nuevo grupo de diez personas con una chica de cabello negro aferrada a mi brazo, sonriente. La observo bien, no sé quién es, no la conozco.

Intento buscarla dentro del baúl de mis recuerdos pero nada.

Tiene el cabello liso y corto por la barbilla, lleva sombra negra esparcida en sus parpados, labios carnosos rojos mate y su nariz respingada tiene un arete en el medio. Es hermosa, su actitud es divertida y aunque su aspecto es gótico con botas negras y chaqueta de cuero me parece alguien amable.

Me suelta.

Todos empiezan a presentarse.

—Hola, soy Kika Thrut, de Pencys. —La ciudad de las fiestas y el alcohol, quizás por eso sus ojos están rojos y con la pupila dilatada. Drogadicta— Estudiaré Educación.

Una maestra adicta, perfecto.

Es mi turno.

 —Soy Harper Preston, de Kaltmen. Estudiaré artes escénicas.

—¡Igual que yo! —Brinca emocionada la gótica a mi lado. Es su turno ahora—. Soy Leah Hudson, de Fantell. Y también voy a artes escénicas.

Leah Hudson.

Es el turno de un chico a su lado, se presenta. Tichie Rudd, también es de Fantell y va en Leyes. Pero no alcanzamos a escuchar al resto del grupo porque el silbato vuelve a sonar y es hora de cambiar de grupo otra vez, los estudiantes corren por el campo emocionados, gritando, riendo.

Me quedo muy quieta.

No se me contagia la diversión ajena, y mientras eso no suceda cargaré con mi odio infinito.

—Cambio de grupo, Harper. —Me dice Leah. Ella es la hermana menor de los Hudson, no la conocía físicamente porque no tiene redes sociales y su rostro no es conocido. Peach dice que ella es especial y que por eso la familia nunca la muestra.

A mí me parece bastante normal, y con un rostro precioso.

—Todo esto me aburre sinceramente.

—A mí también, pero sigamos la corriente mientras que llega la hora de la fiesta de bienvenida.

¿Fiesta de bienvenida?

Se engancha a mi brazo y me jala con ella a un nuevo grupo sin darme oportunidad de preguntar nada más. Leah se encarga de llevarme con ella a los grupos cada vez que suena el silbato. No es una chica molesta, más bien es amable y me agrada que quiera ayudarme a socializar, aunque yo naturalmente no tengo problemas para ello, simplemente estoy aburrida ahora y no tengo ánimos de nada, me siento al borde de la irritabilidad y me pregunto si debo aumentar la dosis de mi tratamiento.

La actividad culmina una hora más tarde, y de cinco a seis nos dejan socializar por nuestra cuenta, sin gritos, silbatos, ni correderas. Eso mientras que esperamos a que se hagan las seis y diez de la tarde e inicie la fiesta de bienvenida, que según le escuché a los otros nuevos se trata de una especie de ritual moderno de iniciación para los nuevos Ufistas.

Así es que se autodenominan los estudiantes de aquí, bonito ¿no?

Sofisticado.

Leah no se despega de mí.

—¿Eres tímida? —Pregunta.

Me le quedo viendo.

Es lo más estúpido que han podido decirme en la vida.

—No, hoy no estoy de humor.

Su rostro es de sorpresa y me temo que he sonado algo borde, así que me obligo a suavizar mi expresión. No tengo ni la menor idea de a donde se ha ido la Harper amigable de esta mañana, pero a esta hora solo queda una versión ácida de mí y aunque no lo crean no puedo evitarlo.

—Eres linda. —Le digo tratando de aligerar el ambiente, sonríe de lado muy tranquila. Debe estar acostumbrada a escucharlo— ¿Te hace mucha ilusión todo esto de la fiesta de bienvenida?

—¿Bromeas? Mis hermanos tienen videos y fotos de sus fiestas de bienvenidas y son lo mejor que he visto antes, es literalmente otro universo. Son inolvidables.

Ah, que divertido.

Ya quiero ver de qué se trata todo entonces.

Más estudiantes de otros años comienzan a entrar al campo, se reúnen con los chicos de camisas blancas que guían la actividad. Hay demasiada gente y vislumbro entre tantas caras a Ez con la misma chica rubia que lo acompañaba temprano en la entrada de su escuela, el tipo tiene su respectiva cara de palo y fuma como una puta presa, sus ojos se clavan en una chica nuevo ingreso, una niña pálida de cabellos dorados, la observa por un largo rato hasta que su acompañante se le engancha del brazo y lo besa en los labios.

Ah caray, la que babeaba frente a él en la mañana es su novia, ya veo.

—Seguro que sí, ya no puedo esperar. —respondo.

Me desconcentro en cuanto suena un silbato y lo siguiente que veo es a los chicos de camisas blancas correr con mangueras por todo el campo mojando a todos, escucho gritos y risas. Leah y yo nos levantamos del suelo para escapar pero dos organizadores nos alcanzan y con un tobo nos empapan a las dos. La pelinegra grita divertida y yo que he estado la última hora de malhumor sonrío, encantada repentinamente.

Así que yo también grito, llena de emoción.

—¡Bienvenidos a la Universidad de Fantell, nuevos! —Una voz femenina sale de los parlantes del campo— En nombre de la élite universitaria los bautizamos como el futuro de los Ufistas, jóvenes prodigios, artistas y atletas que representan ahora a la generación de la nueva evolución digital. Son afortunados de haber ingresado a la mejor universidad del territorio nacional, defiendan su casa de estudio y lleven con orgullo el nombre de su nuevo hogar.

Leah agarra mi mano para correr juntas mientras gritamos divertidas por la situación de la empapada, mojan a todo el mundo y el campo se sume en una guerra de agua al estilo carnavalesco que termina con chicas sacándose los sujetadores para lucir sus bonitas tetas con las telas mojadas adheridas a ellas. La brisa sopla y siento frío, y aun así no dejo de divertirme cuando las gotas de agua me caen encima. De pronto los faroles del campo se encienden y todo se detiene, la menor de los Hudson deja de correr y la imito cuando quince chicos entran en escena con un ridículo desfile, llevan túnicas blancas y una vela entre sus manos encendida, caminan hacia el pódium en donde tres micrófonos al aire se encuentran esperándolos.

Sólo tres de ellos suben, ocupando el primer, segundo y tercer lugar. Draco va en el centro, ocupando el lugar uno, Susana está a su derecha, en el segundo lugar, y otra chica que desconozco ocupa el tercero. El resto espera abajo, por delante de ellos, pero sin cubrirlos.

Ellos son el grupo élite de la Universidad de Fantell, y son el mismo grupo élite juvenil de la ciudad. Hijos de los inversionistas, empresarios y políticos más importantes del estado, lo más top de la juventud según algún clasista con retraso mental.

—Hola, compañeros. —La voz de Draco se escucha alta y clara a través de las cornetas que nos rodean— Les doy la bienvenida a la Ciudad del deseo y a la mejor universidad de todos los tiempos. Mis mejores bendiciones para ustedes, tengan un buen año escolar y no se dejen corromper por los viejos.

Muchos se ríen y ha de ser un chiste interno porque no me hace gracia en lo más mínimo.

Peach me dijo que Fantell es llamada la ciudad del deseo porque tal parece que es fácil cumplir tus sueños aquí. Yo digo que son patrañas.

Ahora es el turno de Susana.

—Queridos novatos, acaban de ser bautizados como Ufistas, no pierdan el rumbo de sus caminos. Bienvenidos a la mejor Casa de estudios no solo de Fantell, sino del mundo.

—Es una zorra codiciosa. —Murmura Leah a mi lado.

Ya lo sé, pero gracias por el dato.

—En nombre de la élite universitaria sean todos bienvenidos ¡Y que empiece la fiesta!

Eso lo dice la otra chica.

Los aplausos, silbidos y gritos son ensordecedores, pero no me dejo descolocar por la bulla y también grito, haciendo que me arda la garganta. Leah se sume en un escándalo y después de que terminan los aplausos eufóricos la música explota en el campo, los chicos de camisas blancas se deshacen de ellas, quedando los hombres con el tórax desnudo y las mujeres en sujetadores o tops bonitos que combinan con sus pantalones o shores.

Al menos no se quedaron haciendo topless.

Veo que algunos empiezan a bailar, los reflectores se apagan, ya la noche empieza a caer y los autos aparcados en medio del campo encienden sus luces.

Vamos, Harper, haz algo. Déjate llevar y fluye. Sé tú.

El lugar toma ambiente de antro y comienzo a bailar al ritmo de la canción que suena a todo volumen, deslizo las manos por mi cuerpo, moviéndome con sensualidad. Leah me observa sin expresión, un brillo de impresión y pena deslumbra su mirada, no le dura mucho tiempo porque al poco tiempo me sigue con una coreografía improvisada y pícara, otros chicos se nos unen y me hago el centro de atención del lugar porque me voy al límite que existe entre ser la expresión de una zorra y una chica sexy. Capto la atención de Draco enseguida, quien está del otro lado del campo. Aunque empieza a oscurecer aún puedo ver sus ojos oscuros fijos en mí.

Alguien me pasa una lata de cerveza, Leah sonríe muy alegre con su maquillaje de emo, y Peach aparece de la nada.

—Te encontré, llevaba rato buscándote.

Apoyo mi brazo sobre su hombro mientras saltamos al ritmo de la música electrónica. Hay personas que llevan maquillaje neón, brillando en la oscuridad.

—Esto está genial, amo esta universidad. —Le digo al oído para que pueda escucharme entre tanto escándalo.

Gritamos divertidas.

Hannah y Patrick también aparecen, así que les presento a Leah, quien al parecer se ha convertido en mi nueva amiga de momento. Todos beben y bailan al ritmo de brincos desordenados, hasta que los reflectores se encienden otra vez y la música se detiene. Nos sumimos en un silencio sepulcral que aterraría a cualquiera y que me hace sentir perdida por un momento, porque no entiendo nada.

La confusión es enorme, han terminado de raíz con el momento, y definitivamente esto es a lo que yo llamo cortar la nota.

Escucho murmullos, luego gritos que no son para nada de diversión y llantos desgarrados.

—¿Pero qué m****a? —Miro a todas partes buscándole una explicación a la pausa radical del festejo.

Volteo a ver a Patrick, quien luce impactado por algo que mira a su derecha. Leah me mira confundida. Giro sobre mi eje y una vez que me concentro observo el cuerpo de una mujer decapitada que cuelga por los tobillos desde el paral más alto de las gradas del campo de futbol, muy cerca del pódium. Hannah se vomita encima y yo me quedo muy quieta observando la escena del crimen, se vislumbra un enorme charco de sangre que va cayendo por los escalones hasta el césped desde mi posición.

No me jodas.

—Llamen a la policía.

Dicen algunos.

—¿Dónde está la cabeza? —Se preguntan otros.

Peach se aferra a mi brazo izquierdo y Leah al derecho.

El cuello del cadáver chorrea mucha sangre por la posición en que se encuentra y escucho llantos de espanto.

Esto es un asco ¿Por qué justo ahora? ¿Y en qué momento?

Miro a mi alrededor, todo se siente irreal, como si hubiese salido de mi cuerpo y ni siquiera pudiera reconocerme ¿Qué hago aquí? ¿Quién soy? Tengo demasiadas preguntas en mi cabeza, siento que voy a desmayarme y mis ojos se llenan de lágrimas por la impresión que me causa esta situación repentina y trágica.

Trago saliva.

La bandera de la universidad se ondea  en el techo del centro de entrenamiento de alto rendimiento frente a nosotros, entre el lado A y B de las gradas. La cabeza de la mujer que cuelga está clavada en lo más alto del asta.

M****a.

Siento ganas de vomitar, pero me contengo.

—¿Cuando dijiste que estas fiestas eran inolvidables a esto te referías?

Leah me mira más pálida de lo normal.

—No exactamente. —Dice.

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