-¡William, ¿Qué estás haciendo?! – inquirió Diana mientras el hombre mantenía sus ojos vendados, y la llevaba hasta un lugar que ella suponía desconocido.
-No importa cuantas veces me preguntes, no voy a dejar que lo descubras antes de tiempo – sonrió.
-¿Por qué no? ¿Qué es lo que planeas hacer? – pregunto poniendo sus manos sobre las de William que se estaba cerciorando de que ella no hiciera trampa y alcanzara a ver algo.
-¿Nunca te enseñaron lo que era una sorpresa? Me decepcionas, Diana – soltó con sorna.
-Por supuesto que sé lo que es una sorpresa.
-¿Entonces porque no te relajas y lo disfrutas? ¿Qué le paso a tu niño interior, mujer? – bromeo con ella, mientras terminaba de recorrer el vestíbulo del edificio al que la había llevado.
-Aquí hay eco.
Diana, que estaba esperando una noticia con ansias, fue hasta el montoncito de correspondencia que el cartero había dejado para ella fuera de la puerta, estaba emocionada, de hecho, desde que había hecho el examen de admisión para la universidad estatal, se había sentido muy agradecida, porque había tenido algo diferente a William en lo que pensar y ella ciertamente lo agradecía.Había pasado poco más de un mes desde que ella se había marchado lejos de él en aquella calle que William tanto detestaba, poco más de un mes en el que no habían vuelto a tener noticias el uno del otro, y aunque a Diana eso le dolía, también sabía que era lo mejor para si misma, no podía mentirse y creer que estaba en una fantasía, pero de la misma forma, no podía negar que se estaba muriendo por correr donde él y contarle los últimos acontecimientos, ella sab&ia
-¿Segura que no quieres quedarte un poco más? – le pregunto William a Diana que esta adormilada a su lado en la cama.-Quisiera, pero no puedo – respondió sin abrir los ojos.-¿Estas segura de eso? – inquirió divertido, y entonces le acaricio el cuerpo desnudo bajo las sabanas color blanco.-No hagas eso – reprocho.-¿Hacer qué?-Tú sabes lo que estás haciendo – ella se movió y se recostó boca abajo en la cama con el fin de poder observar a William y a su picara expresión.-No, no lo sé – soltó de manera infantil.-Tratas de distraerme para que se me olvide que tengo que irme, pero lo siento mucho, no funcionara, la tía no tardara en irse y no quiero dejar demasiado tiempo sola a mi madre.-Si te llevo puedes ahorrarte alrededor de tres horas de camino.-Si, pero tú tie
William condujo en su auto deportivo y descapotable negro a través de las calles de New Haven, a su lado iba a Diana, ambos tenían como destino el pequeño departamento de ella, harían una parada rápida, Diana tomaría sus pertenencias, y llamarían a un servicio de enfermería y trasporte que pudiera llevar a la madre de Diana en otro auto, por supuesto, el deportivo de William únicamente tenía espacio para dos personas, ambos estaban allí, con la radio del auto encendida y sonando a todo volumen, mientras Diana permitía que los rizos de su cabello dorado volaran con el viento.William llevaba unas gafas aviadoras de sol puestas, sujetaba el volante con la mano derecha y la izquierda la tenía puesta sobre su muslo, parecían la portada de un disco de rock, parecían un par de chicos despreocupados, sin embargo, y aunque trataban de hacerse a la idea de que era por la m&ua
-¿A dónde vas? – le preguntó William a Diana mientras despertaba y la veía a ella arreglándose frente al espejo de cuerpo completo.-Hay muchas cosas que hacer hoy – sentencio.-No creo que sea tanto, será un matrimonio civil, algo simple.-Se que será simple, pero también quiero que sea memorable – dijo Diana, dirigiéndole una mirada rápida.-¿Hablas de un vestido? – inquirió poniéndose en pie.-De un vestido, de unas flores, de varias cosas que sé que en realidad no te importan.William se puso en pie, y se acercó hasta donde Diana estaba.-Por supuesto que me importan – mascullo con la voz ronca.-Entonces creo que es hora de que hablemos de qué color quieres las paredes de la casa en la que nos mudemos – ella bromeo con él.William volteo los ojos con fingido fasti
William llego a la casa que compartía en Londres con Rebeca y entonces dejo el portafolio tirado en una mesa cualquiera entretanto desarmaba el nudo en su corbata. Rebeca, que había escuchado la puerta principal abrirse, camino hasta el saloncito, donde estaba el minibar, sabiendo que allí iba a encontrar a William, después de todo, desde que se habían mudado a aquella mansión, aquel había sido el lugar favorito del hombre.Tenía todo lo que él necesitaba, el licor, y eso era suficiente aliciente para seguir soportando aquella patraña de la que ya estaba realmente cansado.-últimamente has bebido más que de costumbre, ¿No es asi? – le pregunto Rebeca con cautela, acercándose a él, aunque no lo suficiente como para invadir su espacio personal.-¿Por qué te interesa? – inquirió él de vuelta con desdén.-Porq
Esa tarde, después de haber volado alrededor de 8 horas para estar de nuevo en Nueva York, y haber recorrido una hora mas para llegar a Queens, William estuvo en frente al edificio de Diana, el chico estaba usando unos simples jeans, una chaqueta de cuero negra y una camisa blanca, podría perfectamente haber sido el artista de una película de moda, sobre todo por cómo se veía allí recostado contra su deportivo negro.Ese día, William no lo pensó demasiado como en aquellas otras ocasiones, él sabía lo que queria e iba a conseguirlo, porque sabia que era imposible que Diana lo hubiera olvidado a él.Asi que, con toda la determinación del mundo, subió las escaleras del edificio con la adrenalina corriéndole por cada una de sus venas, y toco a la puerta del piso de la mujer de la que estaba enamorado, espero hasta que Diana abriera la puerta y cuando lo hizo, se quedo estupefa
William se quedó allí sosteniendo a su madre mientras esta sollozaba en su hombro, por completo derrotada, la persona con la que había compartido más de la mitad de su vida iba a morir, y lo peor de todo era, que nadie nunca lo había visto venir, por lo menos no en ese momento de la historia. Harold era un hombre joven, un hombre tan fuerte y serio, parecia casi un roble, a Harold nunca se le escapaba nada, con él nunca había nada a la suerte, excepto justamente eso que estaba sucediendo en ese momento.Ese irremediable punto de inflexión que les estaba desestabilizando la vida a aquellas dos personas en la sala de espera.William, por su parte, no derramo ninguna lagrima, se sentía como aturdido, no era capaz de decir o hacer nada, porque estaba paralizado por el miedo, porque sentía como si un gran tren a gran velocidad lo hubiera atropellado, no se suponía que eran asi como debían se
-¿Qué estas leyendo, Diana? – le pregunto Esther a su sobrina, mientras entraba en el departamento y la veía sumida en algo que parecia un periódico.-Nada, solo me he topado con este diario viejo – respondió la joven, sin demasiada importancia.-¿Es el mismo en el que se anuncia el matrimonio de William? – Inquirió Esther, poniendo sus brazos en jarras y mirando con desaprobación a Diana.-Podría mentirte, ¿Pero que más da? Si, es el diario en el que se anuncia su matrimonio.Diana evito los ojos acusadores de Esther, y se concentró en la fotografía en el papel frente a si, allí estaban ellos dos, un mes y medio antes, anunciando su matrimonio mientras posaban en un bonito salón adornado con flores y arte, ambos estaban de pie, ambos sonriendo, Rebeca estaba recostada al cuerpo de William y tenía su mano, en la que reluc&iacut