Me llamo Carmen Torres, y mi hermana gemela era Isabel Torres. "Que nuestras hijas prosperes y todos sus deseos se cumplan", era la mayor esperanza de nuestros padres para nosotras. Pero poco después de nacer, mi padre destruyó esa esperanza con sus propias manos. Él... fue infiel.

Mi madre, furiosa, me llevó consigo e insistió en que yo había muerto en el extranjero. Mientras tanto, mi hermana gemela creció en un hogar con un padre indiferente y una madrastra difícil, convirtiéndose aun así en una persona amable y bondadosa.

Pero ahora... todo se ha hecho añicos. Nunca imaginé que nuestro reencuentro después de dieciocho años sería una despedida para siempre. Ella murió el día en que cumplimos dieciocho años. Y con ella, también yo morí el mismo día...

Era mi primera vez en el país desde mi nacimiento. Siguiendo las indicaciones de mi hermana, la encontré en secreto. Llevaba sus flores favoritas, astromelias, con la intención de celebrar juntas nuestro decimoctavo cumpleaños en privado. Una escena que habíamos soñado innumerables veces. Quizás nos abrazaríamos emocionadas, o lloraríamos juntas conmovidas.

Pero todo se desmoronó. Lo que me recibió fue un cuerpo frío e inerte. Su ropa completamente destrozada, su piel expuesta a la fría noche de la ciudad. Y ese rostro, idéntico al mío, ahora pálido y sin vida. Sus ojos, abiertos de par en par por el pánico y el miedo, miraban fijamente al techo.

En ese rincón oscuro del hotel, completamente aislado del bullicio, perdí para siempre a mi querida hermana. No dije nada, porque sabía que el verdadero culpable no era solo el criminal que la había abusado. Estaba decidida a encontrar al verdadero responsable y usar su sangre, gota a gota, para honrar la memoria de mi hermana.

El informe forense reveló que mi hermana murió por un ataque cardíaco debido a una enfermedad congénita, que resultó en insuficiencia respiratoria. Se determinó que la muerte ocurrió después del abuso, lo que aumentó la severidad de la sentencia para el criminal.

Con gran dolor, enterré a mi hermana en un campo lleno de astromelias. Durante todo este tiempo, sus conocidos pensaron que solo había desaparecido durante la fiesta de cumpleaños.

Más tarde, me quité el lunar de la cara. Me maquillé con el estilo suave que mi hermana adoraba y me presenté ante todos.

—Isabel, ¿dónde has estado todos estos días? —me dijo Laura, la mejor amiga de mi hermana—. ¿No sabes lo preocupada que estaba buscándote?

Asumiendo la identidad de mi hermana, Laura fue la primera persona que vi. Aquella de quien mi hermana siempre hablaba en nuestras conversaciones.

—Carmen, ¿sabes? Laura tiene una vida muy difícil —solía decirme mi hermana—. Su padre es alcohólico y violento, pero ella sigue siendo brillante como sol. Ya estoy pensando en comprarle un regalo caro para su cumpleaños.

—Laura me dijo hoy que soy muy torpe al hablar. Creo que tiene razón. Tal vez debería hablar menos de ahora en adelante.

—Carmen, Laura dice que no se puede escatimar en la fiesta de mayoría de edad. Me ayudó a encontrar un hotel muy bonito...

Desde la primera vez que escuché el nombre de Laura, sentí una punzada de inquietud. Con el tiempo, mis alarmas internas no dejaban de sonar, y finalmente me decidí a advertir a mi hermana:

—Creo que su comportamiento es manipulador. ¿Por qué tienes que hacer todo lo que ella dice?

—Con que el regalo sea de corazón es suficiente. Hermana, casi la estás convirtiendo en millonaria con tanta ayuda.

Pero nada de esto sirvió. Esta mujer frente a mí, con su rostro de belleza artificial, siempre encontraba la manera de hacer que mi hermana la obedeciera.

—No fui a ningún lado, solo pasé por algunas experiencias desagradables —le respondí a Laura—. Salí a despejar mi mente.