Ambos estaban de frente, en silencio, con la respiración agitada.
—Lo siento… —Kevin rompió el silencio—. No cumplí mi promesa —dijo bajando la mirada. Laura acarició su mejilla y le dedicó una sonrisa pícara, obteniendo esa mirada verde devuelta, mirada que le encantaba.
—No te preocupes. Nunca estuve de acuerdo con esa promesa. —Ambos sonrieron.
—Ojos melosos… Yo… no… tú… —Su voz era temblorosa y quebrada—. ¡Rayos! ¡Soy pésimo para esto! —Ella no pudo evitar reírse. Él tomó sus manos y la miró con seriedad—. Laura Gutiérrez, no es un secreto que me vuelves loco. Desde la primera vez que ti vi me impresionaste, no solo este verano, me impresionaste cuando éramos unos adolescentes y, cuando volví a verte aquí… yo lo siento, sé
Habían decidido que solo permanecerían una semana más en el club, ya que las responsabilidades de las compañías les solicitaban de forma presencial. El padre de Pablo llamó a Cristian con tono serio, reclamando su falta de compromiso hacia el conglomerado. Si bien era cierto que Cristian medio se había retirado, su presencia aún era requerida en ciertas reuniones pese a que él, normalmente, hacía conferencia vía Skype. Los Castillos también tenían que volver a sus respectivas responsabilidades. Kevin tenía una exhibición de arte en unos meses y, aunque tenía a personas trabajando para él, como artista principal, debía encargarse personalmente de ciertos asuntos.—Hola, lindura. —Frank se acercó a Laura con una sonrisa de flirteo. Todos estaban en la piscina compartiendo. Laura se había levantado de su mesa para buscar una nuev
Se dirigía incrédula hacia el lago. Si aquello era una broma de Frank, era de muy mal gusto. Cruzaron un pequeño camino rodeado de árboles. Estaba anocheciendo y la luna resplandecía proporcionando un poco de luz. El lago brillaba con la luz de la luna y las pequeñas lámparas alrededor. El pequeño camino los condujo directo a la orilla del lago. Miró a su alrededor y su corazón empezó a latir con brusquedad. ¡No creía lo que sus ojos veían! El pasado se encarnó en aquel lugar, el dolor de aquella imagen la azotaba.—¡Laura! —gritó con desesperación al ver como Kevin la besaba. ¡Ese beso! La rabia la abordó, estaba temblorosa. Laura soltó un susurro que ella ignoró. Apretó el largo cabello con sus manos y empezó a abofetearla. Kevin reaccionó al instante apartándola de ella.—
Laura se sentó con recelo sobre la cama, sus manos temblaban y trataba de que su voz no delatara su miedo. La invitó a sentarse, pero Clara se quedó de pie cerca de la puerta.—Laurita —rompió el incómodo silencio—. ¿Nunca te has preguntado por qué nadie te ha hablado de tu padre?—Creí que no lo conocían. —Su voz era débil.—Pues sí lo conocimos. —Cruzó sus brazos y en su rostro se reflejó una mirada de dolor y rencor—. Su nombre es Gabriel, si es que aún vive el desgraciado. —Mencionarlo le afectaba más de lo que creía—. Te voy a contar una historia que te va a otorgar varias respuestas. —Laura asintió—. Tus abuelos siempre fueron personas de negocios, así como lo son los Castillos, trabajaron juntos para levantar el negocio familiar. Eran buenos amigos de los padre
EllaLos rayos del sol molestaban sus ojos, ojos que ardían con intensidad. Su cuerpo estaba débil y, por más que durmiera, no recuperaba fuerzas ni se sentía descansada. Tenía náuseas y un leve mareo, casi no comía, pues por más que lo intentara, su estómago le provocaba estragos y nunca tenía apetito. No hacía otra cosa que no fuera llorar, dormir y recordar el pasado. Su celular aún estaba apagado y no había salido de su habitación desde el día que regresó. ¡Dos semanas! Entonces, pensó que era momento de levantarse y seguir adelante. Claro, tendría que buscarse un empleo y mudarse sola. No soportaba estar allí. Todos la miraban de reojo y nunca faltaban los insultos, las críticas y las burlas de Claudia. Se dio un baño, se puso una ropa formal y salió a varias entrevistas de trabajo.<
—¡Lo encontré! —dijo Lía emocionada mirando su portátil color rosa. Tenía su cabello corto envuelto y sus ojos café brillaban por su descubrimiento. Laura se acercó con curiosidad y nervios—. ¡Laura, estás de suerte! Él es todo lo que te dijo y más. ¡Ya quisiera yo una oportunidad así!—Me pones ansiosa, déjame ver —dijo acercándose al laptop. Vio varios artículos sobre el hombre que le dio la tarjeta. Lo reconoció enseguida. Su piel mestiza, su cabello negro y rizado… se fijó mejor en su apariencia bohemia a pesar de que estaba en sus cuarenta; no era alto, tenía peso medio y un encanto singular, pues su sonrisa era sexy y contagiosa.—Mira, dice que nunca se ha casado y que cambia de novia como de ropa —rio.—Seguramente quiere que Laura sea su próxima novia &mda
Laura estaba en el estudio cuando recibió una notificación de Lía. ¡La había olvidado por completo! Le respondió y quedaron en verse a la salida en cuanto terminara.—Eres un potencial andante, Laura —Julián la elogió con una sonrisa—. Quiero explotar toda esa habilidad para convertirte en mi próxima revelación del año —dijo en broma. Laura rio entretenida—. Sé que serás muy buena y voy a hablar con Kevin para que te permita entrar en su equipo; así, podrás trabajar aquí como interna y, cuando salgas del período de prueba,tendrás todos los beneficios que tienen los fotógrafos de la galería. ¿Qué te parece? —Laura se estremeció al pensar que trabajaría para Kevin, pero esa era una oportunidad que no debía dejar pasar.—Me parece muy bien —contest
Kevin abrió la puerta de su oficina con un portazo, lo que provocó que Johanny se espantara.—¿Qué sucedió? —ella preguntó preocupada por el estado de Kevin.—Cosas de hombres —Pablo respondió evadiendo la repuesta. Johanny miró a Kevin contrariada—. ¿Estás bien? —le preguntó mirándolo a los ojos.—Estoy bien —contestó más calmado.—¿Qué pasó? —insistió—. ¿No ibas a hacerle una pregunta a Laura? —Pablo rio. Kevin lo miró molesto.—¿Pasó algo con ella? —Johanny preguntó intrigada.—Pasa, Johanny —dijo posando su mano sobre el hombro de Kevin—, que camarón que se duerme, se lo lleva la corriente. —Soltó una carcajada y salió antes de que Kevin se desquitase c
El regreso fue silencioso, pero agradable. Sus palabras retumbaban en su mente y su corazón latía por cada una de ellas. Tenía ganas de decirle que lo amaba y que lo que más deseaba era estar a su lado, pero no estaba lista para dar ese paso aún. Por lo menos, contaba con su amistad y apoyo; por ahora era todo lo que necesitaba.Kevin aparcó el auto frente al complejo de apartamentos, el sol ya se había puesto cuando llegaron.—Descansa —le deseó con ternura cuando detuvo el auto.—Buenas noches —dijo ella desabrochando el cinturón.—¿Tienes hambre? —él preguntó de repente.—No.—¿Estás segura? Conozco un lugar donde la comida es exquisita.—Gracias, pero no tengo hambre. —Sonrió. Él respiró, pues no estaba listo para terminar el día, ya qu