Dimitry se encontraba cantando ante el rey como un maldito sapo, diciéndole todo lo que fuera de interés para este.—No solo tengo el nombre de esa persona especial del maldito príncipe mimado Ivanov, también tengo la carta que le envió unos meses atrás. Te daré todo con la única condición que no me mates y me dejes servirte.—¿Por qué haría algo así? No me sirves para nada— le respondió Russell sin ningún tipo de duda.—Me dejarás vivir porque no solo te daré al hijo, también te entregaré al padre de ese maldito príncipe ruso— le refutó Dimitry.Russell se rio en la cara del hombre y le ordenó a Bradley que continuará, pero que no lo matará. No deseaba creerle, pero debía admitir que la forma en la que Vladímir actuó, había sembrado la semilla de la duda en él, pero tenía que esperar darle el beneficio de la duda antes de que él emitiera una nueva orden— Tenía que averiguar quién era esa persona...— sobre todo sondearía a su reina, a ver que era lo que tenía que decir sobre esa vis
El rey tomó el cuello de su reina de manera sorpresiva, azotándolo contra el marco de la puerta del pequeño estudio, olfateándolo, intentando buscar otro aroma sobre su piel, aunque deseando no hacerlo, comportándose como un verdadero demente.La mirada azul de Ethan, la cual siempre era clara como el cielo, ahora se encontraba oscurecida a causa de los celos.—Nadie puede ser más importante que yo —susurro en su oído — Tú me vas a decir quién es. ¿Lo has entendido? — llevó los labios por su cuello, marcándolo, pegándose más a él.Vladímir jadeó por el dolor en su espalda a causa del impacto contra la pared y estiró el cuello por instinto, dándole espacio y dejándole hacer lo que quisiera.— Puedes oler todo mi cuerpo si quieres, escudriñar cada rincón en busca de una marca y no encontrarás nada—aseguró emitiendo un leve gemido por la forma en que lo mordió y es que no podía negar que se sentía completamente suyo— tienes que entender que hay cosas que me pertenecen solo a mí, no puede
— Dímelo— Exigió una vez más en fuertes y duros embistes, azotes que no solo fueron dirigidos a los glúteos del príncipe sin darle tregua, sin dejar de castigarle y de hacerle sentir sus celos en cada gesto, en cada mordida y en cada uno de sus embistes.Negarle el nombre sería ponerlo en una situación en la que no sabía cómo actuar, lo más sensato sería eliminarlo, matarlo. No podría dejar que el joven saliera de la cárcel, la otra, pero más improbable solución, sería dejarlo libre.— Te amo ... Tienes que dejarlo estar ...Pidió llevándose una mano a su erección para apretarla y no correrse tan rápido, sabía que, sobre todo en ese momento, no podía hacerlo hasta que él se lo ordenara.— Me lo vas a decir…—Las palabras del joven solo hicieron crecer aún más la rabia, aumentando al igual que su ira, sus celos, no podía creer lo que salía de sus labios. Sus movimientos se volvieron más bruscos, su mano izquierda se deslizó por el torso del joven hasta su cuello, apretándole con fuerza
«Querido Franke:Después de los recientes acontecimientos que han llegado a mis oídos, me pongo en contacto contigo para asegurarme de que estás bien.Sé que el trato era no tener contacto durante el tiempo que estuvieras en la cárcel, pero no puedo olvidar que en parte estás ahí por mí, por ese amor que nos procesamos es que me veo en la necesidad de romper mi promesa, necesito asegurarme de que tú estás bien, moriría si algo te ocurriera. No me lo podría perdonar jamás.Te pido que me des respuesta cuanto antes para saber qué estás bien, yo muevo mis influencias a pasos agigantados para poder sacarte de allí y afianzar nuestro compromiso. Nuestra boda es lo único que me consuela, el saber que una vez estés fuera tú y yo tendremos todo el tiempo del mundo para hacer realidad nuestros sueños y planes.Siempre tuyoJessie »Dimitry le entrego a Russell la carta, la cual leyó en cuanto le fue entregada.En ella se podía ver, si no el amor, al menos el aprecio que Jessie sentía por el pr
— Entonces cuéntamelo cuando estemos fuera.Se habían pasado las horas en esa pequeña conversación, se le rompió el corazón al escucharle llorar. Vladímir era su maldita kriptonita, su talón de Aquiles, aquello con lo que podrían lastimarlo. Era curioso cómo el hombre que se sentía seguro por el simple hecho de creerse invencible y de no poseer debilidad alguna, la encontrara en nada más menos que el joven nieto de Yuri, el hijo de Alexei, su enemigo.Lo único en lo que pensaba el mafioso Americano era en protegerlo, en ocultar que él era su debilidad, no podía permitir que alguien conociera su secreto. La mañana les dio en medio de palabras dulces, y algun que otro beso, por primera vez no había necesidad de algo más que de los brazos del otro alrededor de sus cuerpos y saber que estaban ahí para ellos.— Russell, tienes visitas.Tras del guardia se encontraba Bradley.— Irá él en mi lugar.Respondió dejando un beso en la frente de su príncipe para señalar a su hombre de confianza.
Se acomodó en la silla y agradeció con un movimiento de cabeza al preso que le trajo la comida para luego indicarle que se marchara y los dejara solos de nuevo.— Serás su hombre de confianza, pero entre tú y yo, está muy claro a quién elegirá él y creo que lo sabes, así que deja que yo me ocupe de mis cosas y no intentes darme lecciones.Después de decir aquello, le tiró el azúcar al café y lo removió con la cucharilla, observando a Bradley con una sonrisa amistosa, como si no acabará de decir lo que acababa de decir.Russell los observó desde la entrada al comedor, dónde, por más que quisiera que su presencia fuera una sorpresa, tanto para Vladímir como para Bradley era imposible, ya que la habitación quedaba completamente en silencio y uno o dos de los presos corrían a buscar su desayuno.No le quedaba otra más que caminar hasta la mesa donde ambos se sentaban— ¿Qué están hablando?—Le preguntó a ambos observando primero a Vladímir y después a Bradley. — ¿Has terminado? — necesitaba
— Encantado de volver a verte, Vladímir.Aquello, sí que era una sorpresa para el joven Ivanov, lo que menos esperaba era encontrarse de frente con Sergey, apoyado en el Rolls-Royce de su abuelo y tirando el cigarrillo que estaba fumando al suelo para recibirlo.— Sergey...— Le costó controlar su sorpresa, escudriñó su rostro en busca de semejanzas, lo sabía todo, tal vez aquello sería lo más difícil de ocultar para él.— Su abuelo entró a tener una conversación con el alcaide, me dijo que me ocupe de recibirlo hasta que él termine, para que nos permita llevarlo de vuelta a casa. ……….Sonrió de medio lado justo antes de abrir la puerta.— ¿Dime qué fue lo que significó todo esto tiempo?— Yuri no se a que te refieres.— Claro que lo sabes, ¿dime qué fue todo este circo por más de un año? El rey americano ya no tenía el traje de recluso, estaba vestido con un traje de sastre hecho a la medida.— ¿Acaso tu nieto no está ya libre?Yuri apretó la mandíbula, estaba
Unos años después…Él sicario iba tras el líder de los Ivanov. El actual cabeza de la familia, matar a Yuri Ivanov era un acto lamentable, una pérdida. Aun así, necesario, era una advertencia, un acto vandálico que ponía en sobre aviso a los tres integrantes de la familia Ivanov, sobre todo al nuevo jefe de la familia que ocuparía el trono del viejo Rey, que pronto sería asesinado.Un recuerdo sobre las deudas que se tenían que saldar.El Rey ruso ya era un hombre mayor, tenía más de ochenta años, por lo que acudía todos los martes a la iglesia, a la misma hora, para su confesión semanal. Que el viejo acudiera con esta religiosidad a ese tipo de actividad era irónico, un hijo de puta tan religioso que había pasado más de la mitad de su vida dirigiendo una de las redes de prostitución más poderosas que conocía.Hideki, ese era el nombre del sicario que llevaría a cabo la ejecución.El hombre llevaba horas en la terraza de esa iglesia, había llegado un poco antes del amanecer. La noche