Hacía cinco días que aquel extranjero lo había besado después de montar a caballo, cinco malditos días en los que ni por un momento fue capaz de olvidar lo que sintió desde el instante en que sus labios se rozaron de la misma forma en que ahora se pasaba los dedos sobre ellos, como si fuera la boca de él.— Ethan… Ethan… Ethan… Que bien se sentía el aire que salía de su boca al pronunciarlo, que malditamente caliente al rozar con suavidad sus labios, como todo en ese hombre. Vladímir solo era capaz de pensar en una única cosa. En el deseo de volver a besarlo y volver a ser besado por él.Pero parecía imposible estar a solas de nuevo y él ni siquiera parecía percatarse de su presencia, como si no hubiera ocurrido nada entre ellos, el joven hasta se llegó a plantear la idea de que tal vez solo lo había imaginado, quizá solo era un agradable sueño que confundió con la realidad.Se levantó de la cama decidido y se vistió para bajar a desayunar, tal vez ese día si podría verlo, el tipo
— ¿Qué te pasa? No has estado actuando como siempre.Russell no respondió, simplemente le dedicó una mirada fría y penetrante a Bradley, quien hasta ese entonces podría presumir ser la mano derecha de Russell. Con ese simple gesto le hizo callar y guardarse sus comentarios, su jefe no era alguien a quien le gustara dar explicaciones sobre sus acciones.Sin embargo, las cosas que estaba haciendo no eran propias de él. Era como si estuviera hipnotizado por el chico.Lo había visto observarlo, cuando estaba seguro de que él no se daba cuenta e intentar rehuir su compañía cuando estaba cerca, simplemente algo estaba mal y eso le preocupaba, Russell jamás había perdido la cabeza por nadie, ni siquiera por sus dos primeras esposas, por ninguna de ellas su jefe había actuado de manera tan imprudente. Siempre calculaba cada uno de sus pasos, pero desde que estaban en Rusia parecía que estaba perdiendo el control de sus actos.Bradley se aclaró la garganta antes de volver a hablar, su impruden
— Así que su pieza favorita es la parte donde sale el cisne negro del lago de los cisnes. —Preguntó Russell — Debo reconocer que jamás he ido a ver una puesta en escena del lago de los cisnes, pero sí que conozco la obra de Chaikovski y, pese a no saber nada de ballet, diré que si disfrutaría de ver el lago de los cisnes, sería solo si tú estás entre los bailarines.— En realidad esta es una pieza hecha para que la baile una mujer, pero es tan perfecta— aclaró Vladímir con una sonrisa de oreja a oreja por la forma en que Russell lo aplaudía e hizo una reverencia en su dirección para luego caminar hasta él y arrodillarse a sus pies.— Ahora debería regalarme unas flores, los bailarines siempre reciben flores de sus fans— aseguró haciendo un pequeño mohín, casi un leve puchero mientras lo observaba desde abajo, puso las manos sobre las rodillas de Russell y fijó su mirada en la de él.—¿Por qué me ha estado evitando?Russell de pronto pensó en la analogía del patito feo y no es que Vlad
Lo que el joven ruso vio cuando llegó a ese lugar más allá de las calderas lo maravilló, una sala de baile completamente equipada, con todas las paredes forradas de espejos, parquet pulido y brillante en el suelo, barras de madera en una de las paredes, era perfecta y lo suficientemente grande para bailar como quisiera. Tampoco le pasaron desapercibidos el piano y el violín y fue a sentarse en la banqueta del piano, levantando la tapa y acariciando las teclas con delicadeza, sin llegar a hacerlas sonar.— ¿Sabes tocarlo?—Preguntó levantando la vista para verlo desde allí, los mejores recuerdos que tenía de su antigua sala de baile eran de él bailando mientras su madre tocaba para él.— Si, por supuesto, que sé usarlo, tanto el piano como el violín, seré yo quien toque para ti mientras bailas.—No lo diría, pero desde que había descubierto que él bailaba, ansiaba tocar mientras el joven bailaba y observarlo moverse a través de la melodía que salía de sus dedos.— ¿Intentas seducirme, Eth
El chico respiró profundo tres veces mientras se visualizaba fundiéndose con la música. Llenándose de diversos colores que parecían contaminarlo, creando en él un colorido mapa musical, y es que así es como Vladímir sentía la música como colores llenos de significado que lo empujaban a dejarse llevar, que inundaban su piel, atravesaban sus venas y se repartían por su sangre hasta cada una de sus células. Era muy complicado describirlo, porque era una sensación a la que no era fácil poner palabras.Y sin esfuerzo alguno fluyó, los colores imaginarios que únicamente él sentía y veía lo hicieron danzar delicadamente, en movimientos perfectos generados por aquella más perfecta electricidad de colores que lo atravesaba, con ejecuciones pulidas, exactas que llenaban su cuerpo de una extraña sensualidad llena de una belleza imposible de ignorar.Dejar de tocarlo había requerido de demasiado esfuerzo para el americano, un esfuerzo que le hizo usar todo su autocontrol y es que llevaba muchos
— Soy una reina blanca horrible porque…— la mano del joven se deslizó por la parte más baja del abdomen de Russell hasta colarse en el interior de su pantalón, acariciando su dureza lentamente y luego cerrar delicadamente los dedos sobre su miembro, empezando a masturbarlo con descaro.— Una reina blanca que solo desea las caricias de ese rey al que debe darle Jaque —murmuró contra su boca antes de besarlo mientras deslizaba los dedos por toda la envergadura de su miembro.— Entonces no eres una reina blanca, en el fondo eres una reina negra, mi reina negra, pero, todavía no lo sabes- Yo te haré despertarLlevó las manos por el cuerpo del joven, había memorizado cada centímetro de su cuerpo en el pasado, lo había explorado en su totalidad, pero jamás lo había explotado del todo, jamás había hecho uso de todos los recursos de los que ahora deseaba apropiarse, era suyo, y se entregaría voluntariamente a él tal y como había deseado.— El otro día en las duchas... No sé cuántas pajas me he
Podía sentir sus piernas, casi temblar por los nervios mezclados con la necesidad de sentirlo, cuando los dedos abandonaron su interior y fueron cambiados por el miembro duro de aquel hombre, se llenó de impaciencia, como si de repente todo fuera muy lento y él necesitara acelerarlo, iba a pedirlo de nuevo en el preciso instante en el que sintió aquella deliciosa presión abriéndose camino en su interior.— Ahhh.—Un gemido gutural abandonó la garganta de Vladímir mientras le arañaba los brazos como si quisiera traspasarle parte de su dolor, parte del ardor que sentía a medida que su amante se abría camino en su interior. — Duele...— Relájate... amor mío — Fue lo único que susurro Russell antes de empujarse un poco más, deseaba causarle el menor daño posible a su príncipe, quien pronto se convertiría en su reina, porque él la haría emerger y despertar a su lado.— Muévete.— él mismo se empujó contra aquel dolor, contra la dureza que reclamaba espacio cada vez más profundo entre sus nal
— Lo he comprobado, el americano está con su nieto Vladímir.El puño cerrado de Yuri Ivanov se estrelló contra su escritorio, su rostro estaba completamente rojo y su respiración era pesada al grado de emitir sonidos parecidos a gruñidos.— ¿Quién diablos se cree Russell? — Usted solo debe dar la orden y sabe que yo la ejecutaré.El viejo Ivanov levantó la mirada para ver a Sergey, su hombre de confianza, y parte de uno de los secretos que mejor guardaba Yuri, hasta del mismo Sergey.El viejo se tranquilizó por un momento, aun así, su mirada seguía endurecida, tenía ventaja, el americano estaba en su territorio, sin embargo, no podía subestimar a su invitado.— ¿Si realmente fuera fácil asesinarlo, piensas que vendría con un solo hombre? Además, no puedo negar la verdad, Vladímir es igual que mi querido hijo, si tan solo yo lo hubiera apoyado no lo habría perdido y Dorian seguiría vivo.— ¿Entonces dejará que el americano continúe haciendo sus movimientos cerca de su nieto?— Sí, per