114. No más que yo mi amor.

Por eso ahora era imposible para Russell pensar en no tocarlo, por lo que lo tomó de las nalgas para llevarlo hacia la mesa, donde aventó todo lo que tenía sobre de ella para colocar el cuerpo de su esposo sobre de esta.

—Me encanta que tengas razón en cuanto a que perdía el tiempo montando en ese plato cuando lo que deseo se encuentra en este momento justo frente a mí.

Vladímir sabía que para su esposo era tan difícil resistirse a él como para él lo era resistirse a su esposo, no había más que hacer, se volvía casi imposible, fue por eso por lo que su sonrisa se curvó cuando lo dejó sobre la mesa, sabiendo que había conseguido su objetivo.

— Te amo…— aseguró Vladímir, rodeándolo con las piernas y atrayéndolo sobre él — Ya estaba empezando a suponer que tendría que encelarme de un plato, al que le prestabas más atención que a mí.

Era imposible para Russell resistirse a ese delicioso postre ruso, sobre la mesa. Un delicioso postre de cabellos platinados y ojos del color del mercurio lí
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