Después de ser expulsado de casa, el padre de Marcus, Joaquín, advirtió públicamente que quien ayudara a Marcus se enfrentaría a la familia Sánchez. Joaquín pensaba que, sin dinero y sin apoyo externo, Marcus volvería pronto por su cuenta. Pero pasaron los días, y Marcus no regresó. Errante y sin re
Desde pequeña, Gabriela enfrentó la adversidad: su padre falleció temprano y su madre estaba enferma, dejando a la familia en una profunda pobreza. Sin embargo, Gabriela era una alumna excepcional y, con las mejores calificaciones de la ciudad, logró ingresar a la prestigiosa preparatoria de Aurensi
Sofía y Enrique miraban asombrados a Ximena, quien masticaba sin asco el pedazo de tocino. El sonido del tocino al freírse parecía resonar en el aire.Sofía tragó saliva.—¿También comes tocino?Enrique, rápido, trajo el basurero.—Ximena, si no puedes más, mejor escúpelo.Ximena sonrió.—Cuando era
—No, no me estoy riendo.Lisandro luchaba por contener las ganas de reír, tratando de parecer tan serio como siempre, pero sus labios temblorosos lo delataban.—Ya no te hago caso. ¡Me voy a dormir! —resopló Ximena.—¡Dormiremos juntos!Lisandro, dando una vuelta, derribó a Ximena sobre la alfombra.
De niño, Lisandro realmente veía a Lluvia como una hermana o un miembro de la familia, y a veces, cuando ella lo consolaba, pensaba que no estaría mal casarse con alguien que siempre se preocupara por él. Pero las acciones posteriores de Lluvia hicieron que Lisandro jamás pudiera perdonarla.La fami
El beso torpe de Ximena reavivó el ardiente fuego en el interior de Lisandro. Él, tomando el control, capturó sus suaves labios con los suyos, mordisqueándolos con un toque de venganza. Ximena, sintiendo un leve dolor, frunció el ceño y trató de empujarlo, pero él la abrazó con más fuerza.—Me duele
Lorenzo, frotándose las lágrimas de los ojos, había llorado por un buen rato, sintiendo un dolor punzante en el pecho. Con la mano en el corazón, tembloroso, tomó su celular para llamar a Marcela. Quería hablar con ella, contarle que se sentía mal. Cuando Marcela trabajaba en la familia Yates, siemp
—¿No se supone que los amigos están para hacerse travesuras? —murmuró Lisandro, sus ojos entrecerrados destilando astucia, mientras instruía a Jorge para que se ocupara del asunto.Jorge aceptó la tarea con gusto, recordando que Rocío aún le debía dinero. «Una buena oportunidad para cobrar», pensó,