Antes de que Lisandro pudiera subir las escaleras, una voz femenina y melosa, con un español no del todo fluido, llamó a Luis desde arriba.—¿Valde, hay visitas en casa?La mujer, vestida con un vestido amarillo que dejaba su ombligo al descubierto y cubierta por un grueso abrigo blanco, parecía no
Luis, con dolor de cabeza, se masajeaba las sienes.—No lo necesito.—¡No, sí lo necesitas!—¡Ariel, basta! ¡Ya terminamos nuestro compromiso! No me gustas, no quiero casarme contigo, no quiero verte todos los días. ¿Entiendes?Ariel se encogió de hombros indiferente y se sentó en el sofá, cruzando
—Le pregunté a Lisandro. Dijo que tú y Mari no habían vuelto a Residencial Orquídea Azul y que estaban aquí, así que vine a buscarlas, —explicó Marcus.Así que Lisandro sabía que ella estaba en casa de Marcela. Mejor, así no sospecharía que ella tenía algo con Luis. Ximena no pudo evitar sentir una
—Yo le haré llegar tu mensaje. Pero de encuentros, nada, —decidió Ximena, sin querer poner en riesgo la seguridad de Mariana.Rocío ya estaba en libertad.Si se enteraba de que Marcus había venido a ver a Mariana, quién sabe qué podría hacer.Mientras Ximena reflexionaba, un auto deportivo rosa se d
Justo cuando Rocío estaba a punto de asestar un golpe con el cuchillo de cocina que sostenía en su mano a Marcus, Samuel, que acababa de regresar del trabajo, irrumpió y empujó a Rocío a un lado.—¡Qué estás haciendo! ¿Acaso quieres herir a alguien más? ¿Quieres volver a la cárcel?Rocío tropezó con
El colega que vino a traer la pomada también murmuró insatisfecho.—¡Si quieres destacar, no nos arrastres contigo!Raquel mordió su labio en silencio, soportando el ardor en su brazo.—¡No creo que ella pueda seguir siendo arrogante para siempre!Una colega entró para aplicarle pomada a Raquel. Era
Raquel interrogó a Rocío durante todo un día. Pero la última se negaba a cooperar, sin revelar nada.Entonces, Raquel decidió no seguir interrogando; después de todo, había grabaciones de la escena y videos tomados por los espectadores desde varios ángulos, suficientes para demostrar que Rocío había
—¿Quién dice que somos amigos? ¡No tengo interés en ayudarte! ¡Cada quién con lo suyo! ¿Qué tengo que ver yo con tus problemas? —Raquel sacó su teléfono de su bolsa—. ¿Cuánto costaron las dos botellas de vitaminas que me compraste? Te las pago ahora mismo.—Un dólar, no te preocupes —dijo Jorge, res