Lisandro tomó la mano de Ximena y la masajeó suavemente en la palma de su mano.—No hay nada complicado, uno es uno y dos es dos.Ximena apoyó la barbilla en el hombro de Lisandro, mirándolo:—¿Y tú qué harás?—¿Yo? Estoy bien.—Si yo ayudo a Mariana, el abuelo se enojará porque no ayudaste a Rocío.
—¿Buscar a Rocío? —Marcus elevó su voz repentinamente—. ¡Es una broma! Si hablo con ella, ¿qué podría sacar de eso? ¿Sabes lo distorsionadas que son sus creencias? ¡Tan torcidas que ni la Vía Láctea podría enderezarlas!Levantándose del sofá y golpeando la mesa de centro, Marcus continuó:—No es que
Rápidamente curó a Marcus, advirtiéndole que la herida estaba inflamada y que debía cambiar el vendaje regularmente, yendo al hospital dentro de tres días para retirar las suturas.Tras curarse, Marcus se envolvió en una manta, recostándose en el sofá, sumido en sus pensamientos.Ximena fue a ver a
Esta vez, Marcos aprendió su lección. Con las sugerencias de Ximena, evitó mencionar la anulación del compromiso y a Mariana. Solo habló sobre el incidente en el que Rocío golpeó a Ricardo y las graves consecuencias que esto trajo.El rostro de Ricardo se mantuvo pálido durante cuatro días, causando
Ricardo llamó de vuelta, pero Marcus no respondió. Se volvió hacia Lorenzo y dijo.—Abuelo Lorenzo, veinte mil millones de dólares, no está mal, pero tampoco es mucho. En cuanto a esos otros gastos menores, Ricardo, por mi cara, hablará con los financieros para no detallarlos demasiado.—Veinte mil
Ximena no se enteró hasta la mañana siguiente de que Marcus había armado un escándalo en la casa de la familia Yates la noche anterior.Lorenzo, que no había podido dormir por el ruido, finalmente cedió y llamó a Lisandro para que viniera a llevárselo en cuestión.Lisandro, apresuradamente, se levan
—Ximena, ¿también quieres lavarte las manos de este asunto? —preguntó Lorenzo.—Abuelo, somos una familia. ¡Tu problema es mi problema! ¿Cómo podría no involucrarme? Pero si él no escucha, no hay nada que pueda hacer.Lorenzo reflexionó con seriedad por un buen rato, luego le pidió a Ximena que llam
Rocío, pidiendo disculpas públicamente, sería peor que la muerte para ella. Con su carácter, jamás se disculparía en público.—Ena, ¡no hay necesidad de llegar a esos extremos! Después de todo, ella es tu cuñada, y aún deben convivir. Desde mi accidente automovilístico, cuando estuve inconsciente en