Eloísa miraba a Ximena, perpleja y sin palabras por un largo momento.—Eh…Abrió la boca, bajando sus párpados para ocultar la vergüenza en sus ojos. Cuando volvió a mirar, su mirada era clara y tranquila, sin rastro de turbulencia.—En verdad, hice cosas de las que tu madre merece una disculpa.—¿Q
Ximena se rio durante un buen rato, apoyándose en su vientre adolorido, hasta que finalmente se calmó.—¡Agustín es un monstruo! Permitió que mi propio hermano me dañara repetidamente, viendo cómo nos destruíamos entre nosotros.Al mencionar esto, se notaba un atisbo de odio en los ojos de Eloísa.—
Ximena pasó la noche en vela, preocupada. Lisandro no había regresado a casa. Aunque incierta sobre si Lisandro escucharía su consejo de dejar en paz a Elena, Ximena había decidido que, si él persistía en resolver los problemas a su manera, ella pediría el divorcio. No quería compartir su vida con a
Marcus parecía haber oído el chiste del año.—Ximena, ¿qué estás insinuando? ¡Siempre he considerado a Mariana como si fuera mi hermana!—Pero no lo es. Tu comportamiento, a ojos de los demás, puede provocar malentendidos y conflictos innecesarios.—Sé que como jóvenes de buena familia y acaudalados
—¿Qué... qué has dicho?Ximena lo miraba, con el corazón herido, incrédula ante la palabra «divorciar» que acababa de escuchar de sus labios.» ¿Hablas... hablas en serio sobre el divorcio?Lisandro, dándose cuenta del impacto de sus palabras, intentó apaciguarla, pero ella lo rechazó con un empujón
Justo cuando Mariana dudaba, Lluvia se acercó.—¡Déjame intentar convencerla! —solicitó Lluvia con serenidad.Ese día se destacaba con un vestido largo de tono púrpura oscuro, y su cabello largo, levemente ondulado en las puntas, caía sobre sus hombros, irradiando una elegancia y un aire artístico i
—¡El equipo de fútbol será tuyo! ¡Yo no soy una fábrica de niños!Apoyada en el cabecero de la cama, Ximena expresó con resentimiento:—Todo iba tan bien, ¿cómo pudo cambiar todo tan abruptamente? Nunca sentí que algo estuviera mal en mi cuerpo.—Estoy furiosa porque, sin querer, he fallado a mi hij
Lisandro sacó su paquete de cigarrillos, jugueteando con el encendedor, presionándolo intermitentemente, pero sin encender ningún cigarrillo.—Sí. ¿Cómo lo supiste? —preguntó, esperando una respuesta de Ximena que no llegó.Mientras Lisandro había estado de viaje, Sofía se fue al extranjero. Al volv