Justo cuando Mariana dudaba, Lluvia se acercó.—¡Déjame intentar convencerla! —solicitó Lluvia con serenidad.Ese día se destacaba con un vestido largo de tono púrpura oscuro, y su cabello largo, levemente ondulado en las puntas, caía sobre sus hombros, irradiando una elegancia y un aire artístico i
—¡El equipo de fútbol será tuyo! ¡Yo no soy una fábrica de niños!Apoyada en el cabecero de la cama, Ximena expresó con resentimiento:—Todo iba tan bien, ¿cómo pudo cambiar todo tan abruptamente? Nunca sentí que algo estuviera mal en mi cuerpo.—Estoy furiosa porque, sin querer, he fallado a mi hij
Lisandro sacó su paquete de cigarrillos, jugueteando con el encendedor, presionándolo intermitentemente, pero sin encender ningún cigarrillo.—Sí. ¿Cómo lo supiste? —preguntó, esperando una respuesta de Ximena que no llegó.Mientras Lisandro había estado de viaje, Sofía se fue al extranjero. Al volv
Con un suspiro suave, Lluvia añadió:—El destino de la niña fue igualmente trágico. El chico que ella amaba la malinterpretó, y nunca pudo perdonarla. Su única salida fue huir al extranjero con su madre, dejando atrás un mundo lleno de dolor.—Desde entonces, la niña vivió en soledad, como una sombr
Lisandro, astuto y maquiavélico, nunca dejaría que José disfrutara de sus últimos días antes de su condena a muerte. Quería que José padeciera cada día hasta su ejecución.Para José, que valoraba las dignidades y siempre se había comportado como un caballero elegante, vivir en un estado tan degradan
Mientras hablaba, Catalina rompió a llorar, casi arrodillándose ante Ximena.Ximena cerró su cuaderno y lo guardó en el cajón.—Tengo una condición —dijo.—Dime, lo que sea —respondió Catalina.—Quiero conocer la verdad sobre el pasado de mi madre Serena y Armando, incluyendo la muerte de mi padre,
Ignacio, visiblemente irritado por las constantes interrupciones de su madre, Catalina, mientras intentaba leer, finalmente la invitó a salir de la habitación.Catalina, tragando saliva y con una mirada preocupada, le dijo suavemente:—Niño, leer acostado cansa la vista. Sería mejor que descansaras.
Catalina se detuvo.—Si tanto aprecias a Ximena, ¿cuándo van a anunciar su boda con Lisandro? ¿Cuándo asumirá su lugar en la Casa Mendoza?Al mencionar esto, Armando se tensó. Se dirigió al coche, pensativo.—¡Eso necesito considerar! —exclamó.Catalina lo siguió, preguntándole sobre su resistencia