Ella siempre supo que Octavio la quería. Pero nunca tomó en serio ese cariño de Octavio, incluso lo pisoteaba maliciosamente, utilizándolo para su propio beneficio y haciéndole hacer varias cosas por ella.Se acercó a la ventana, encendió un cigarrillo delgado, inhaló profundamente y exhaló un anill
Octavio no sabía que el empleado que le informaba estaba en ese momento retenido por Jorge y Daniel en un almacén, atado de pies y manos, con el rostro amoratado y la boca llena de sangre. Temblando de miedo, el hombre suplicaba por su vida y confesaba todo lo que había hecho por Octavio. Daniel, fu
Como dice el refrán, no se puede rechazar una mano extendida con una sonrisa. Aunque a Ximena ya no le agradaba Lluvia, no podía despreciarla públicamente, así que asintió con una sonrisa forzada. Lluvia, aliviada al ver que Ximena aceptaba, sacó de su bolso una caja de brocado y la abrió. Dentro ha
Escuchando la risa triunfante y loca de Elena, Octavio cerró los ojos, suspiró profundamente, su voz era débil, sin fuerza.—Vete, —murmuró apenas.Elena, finalmente percibiendo que algo andaba mal con Octavio, preguntó ansiosamente:—Octavio, ¿qué te pasa? ¿Estás herido?Octavio, al sentir la preoc
Durante años, Octavio había servido a la familia Ramírez, obedeciendo a Elena en todo, incluso dispuesto a dar su vida por ella. Pero al final, ¿Elena lo recordaría? ¿Pensaría en él ocasionalmente? ¿Tendría algún significado especial en su corazón, o simplemente sería un personaje insignificante, cu
—¿Embarazada? —exclamó Teresa, sorprendida—. ¿Ximena está esperando un bebé?La noticia también tomó por sorpresa a Ximena. Se hundió en la silla mientras el dolor en su abdomen se intensificaba y su rostro palidecía. Agarrando la mano del médico, preguntó con voz temblorosa:—¿En serio... estoy emb
—¿Yo inocente? ¿Y señor Ramírez? En este juego de vida o muerte, ¿cuántas artimañas ha usado señor Ramírez en secreto? Tanto tú como yo lo sabemos, ¿por qué discutir sobre quién tiene la razón? ¿Quién está en lo correcto o en lo incorrecto?Lisandro, con una postura digna, se recostó en el sofá. Hab
Lisandro, con un brillo de asesina frialdad en sus ojos, provocaba escalofríos en cualquiera. La venganza por su abuelo, por Sofía, por los niños, y por Ximena, no olvidaría ninguna. Siempre las llevaba consigo, grabadas en su corazón. Deseaba hacer polvo a aquellos culpables, pero ahora, siendo pad