Catalina abrió la puerta del estudio y entró con una bandeja, justo a tiempo para escuchar la última frase de Armando. Su rostro se ensombreció de inmediato, dejando de fingir su habitual compostura, y colocó la bandeja con un golpe en la mesa de centro, haciendo un ruido estruendoso.Armando se gir
—Gonzalo e Ignacio no tienen parte en la empresa, eso se acordó cuando entraste en la familia. ¡Quieres romper las reglas y meterte en la empresa, provocar una guerra por la herencia y enfrentar a los hermanos, eso solo pasará sobre mi cadáver!Armando gritó tan fuerte que al final comenzó a toser v
—¿Buscar a otra? ¿Qué cosas sin sentido estás pensando?—¿Yo pensando cosas sin sentido? ¿Realmente me lo dices a mí? —Ximena, señalándose a sí misma, agarró una almohada y empezó a golpear a Lisandro—. ¿Estoy pensando cosas sin sentido? ¡Tú lo sabes muy bien en tu corazón!Lisandro, abrumado por lo
Lisandro no volvería a contactar a Lluvia. Si no fuera por su deseo de hundir rápidamente a la Empresa Ramírez, no habría aceptado la propuesta de Lluvia de colaborar, aprovechando la fama de Autem para aislar a la Empresa Ramírez en el mundo de los negocios. Ahora tenía que encontrar otra manera.E
—Se lo merece.Ximena, por su parte, pensó que aunque Agustín había hecho muchas cosas malas, era un buen padre. Su amor paternal por Elena era algo que Ximena siempre había envidiado.Después de esperar un rato en el vestíbulo del hospital, Ximena decidió ir a esperar fuera del laboratorio de análi
«¡Medicamento para subir la presión arterial! ¡Huellas dactilares!»Ximena, con un nudo en la garganta, preguntó con urgencia.—¿Saben de quién son las huellas?—Eso no lo sabemos, —el médico negó con la cabeza—. Solo la policía tiene la autoridad para obtener y comparar las huellas.Ximena guardó t
Ximena se defendía sin cesar, pero nadie le creía.Las preguntas de los periodistas eran incisivas y cada vez más crudas, dejando a Ximena sin posibilidad de respuesta.La situación, agravada por los desgarradores llantos de Elena, rápidamente condenó a Ximena, convirtiéndola en la despreciada amant
Mientras Lisandro se dirigía al lugar, deseaba tener alas para volar al lado de Ximena. Imaginaba que ella, acosada por preguntas incisivas, debía sentirse aterrada, como un cordero rodeado de lobos, temblando de miedo y vulnerabilidad. Durante todo el camino, su corazón se debatía entre la preocupa