—Siempre estás cerrando mi boca, ¡no me dejas hablar! ¿Acaso te gusta que te maltraten?Ximena tomó un postre de la mano de un sirviente, probó un bocado y asintió:—Está delicioso, dulce pero no empalagoso. Pruébalo.Sin embargo, Lisandro lo rechazó.» Vamos, ¡no me están maltratando! Algunas cosas
Sofía hablaba sin parar, pero al escuchar esta pregunta de Ximena, de repente se quedó en silencio, mirando fijamente a Ximena.—Eh... esto... eh...Balbuceó durante un rato sin llegar a decir nada concreto. Al verla así, Ximena se inquietó aún más, apretando su manga en secreto.—Sofía, ellos...—¡
Despejándose la garganta, Horacio encontró el momento adecuado para hablar con Ximena. No dijo mucho, pero mencionó a Lluvia, una frase sencilla que revelaba mucho, como si pusiera una piedra pesada en el corazón de Ximena.—Lisandro y Lluvia eran amigos de la infancia. Todos pensaron que terminaría
Era la primera vez que Lisandro veía a Ximena tan enfadada. Incluso cuando supo de Elena, nunca se había mostrado tan irritada. Pensó que Ximena era de carácter apacible y generoso, que no le importaba su pasado o que no lo tomaba demasiado en serio. Se sentía algo dolido por dentro, pero también al
—Señorita Vázquez, ¡este es un buen lugar para tomar un taxi! Mi esposa no se siente bien, la llevaré a casa ahora.Lluvia parecía algo decepcionada, pero comprendía la situación. Le dio una palmadita en la mano a Ximena.—Descansa bien en casa, y cuando tengas tiempo, salgamos a comer.En el camino
En el otro lado del teléfono, al escuchar la voz de Ximena, el tono bajo se llenó de un atisbo de alegría y un nudo en la garganta.—¡Soy yo, Fabiola Barajas!—¿Fabiola Barajas?Ximena no esperaba que Fabiola se pusiera en contacto con ella. Después de salir de prisión, ¿no había regresado a su pueb
Anna, quien les ayudaba a cambiar las sábanas, no pudo evitar reírse.—¡Esta es solo una de las muchas propiedades de nuestro amo! Tiene muchas casas como esta.Fabiola, asombrada, se quedó con los ojos como platos y se puso de pie rápidamente, tirando nerviosamente de su ropa.—¡Tanto dinero! Ximen
Lisandro, al enterarse de que Ximena había llorado, se sintió perturbado. Durante el tiempo que habían estado juntos, rara vez la había visto llorar. Incluso en las situaciones más dolorosas y difíciles, siempre se mostraba serena, a lo mucho con los ojos rojos, pero sin derramar lágrimas.Ahora ell