—Elena, ¡tus palabras son inapropiadas! ¿Qué quieres decir con «futuro suegro»? Ya sabes, él ya es mi suegro.La segunda mitad de la frase de Ximena no fue dicha muy alto, pero todos los presentes la escucharon claramente. A su alrededor, se levantó un murmullo de conversaciones. La mirada dirigida
Ximena conocía a Lluvia, la hija de Autem, de haberse visto en el funeral de abuelo Ramón. No eran cercanas ni habían intercambiado saludos, pero Mariana le había contado que durante su estancia en el hospital, Lluvia había ido a visitarla varias veces, llevándole flores y canastas de frutas. Así qu
Lluvia, con un tono que mezclaba ternura, coquetería y un poco de broma, llamó a Autem delante de Ximena.—Mi querido papá, ¡ven aquí! Tengo una amiga que es tu fan y le encantaría conocerte. Tu adorada hija ya se ha comprometido en tu nombre, seguro que no me harás quedar mal delante de ella, ¿verd
—Papá, ¿estás bien? —Lluvia notó que algo le pasaba a Autem.Autem miró fijamente por un momento y luego negó con la cabeza.—Nada, ¿quién era esa chica? ¿La conoces bien?Lluvia, acurrucándose en el brazo de Autem, suspiró profundamente.—La esposa de Lisandro. Según escuché, ya se casaron oficialm
Ximena le lanzó una mirada a Lisandro y giró para subir las escaleras rápidamente. Lisandro levantó la mano, intentando atraparla, pero falló en el intento, y todo lo que quedó fue el sonido de la puerta cerrándose de golpe. La comisura de los labios de Lisandro se contrajo, subió las escaleras y pr
Viéndose solo, Dax miró a su alrededor y también se unió a escuchar. Ximena, enfurruñada en la cama, oyó pasos acercándose y se cubrió con las sábanas. La cama se hundió cuando el hombre se sentó a su lado, intentando levantar las sábanas sobre su cabeza. Ximena se aferró a ellas, impidiéndoselo. Li
Ximena, con un movimiento decidido, pateó la caja del vestido de gala fuera de la casa y cerró con un golpe la puerta de su habitación. Lisandro, al ver el trato que recibía el vestido que había preparado con tanto cuidado, golpeó la puerta con fuerza.—¡No te pongas caprichosa en un día como hoy! —
Mateo miró hacia adelante donde estaban Ximena y Lisandro. Ellos no hablaron durante todo el viaje, aún en medio de su tregua fría.—¡Mamá!Mateo llamó de repente. Ximena se sobresaltó, se giró rápidamente, con una sonrisa cálida en su rostro.—Mateo, aquí está mamá.—Yo también protegeré a mamá, —d