Después de colgar, Marcus envió a Ximena una ubicación. Era una pequeña villa privada, probablemente un lugar donde Marcus no quería ser encontrado. Los ricos eran así, con muchas propiedades y teléfonos; algunos para la familia, otros para amigos, y otros para sus parejas. Y, por supuesto, algunos
Ximena subió rápidamente las escaleras, primero se detuvo frente a la puerta de Sofía y luego frente a la de Mariana. Levantó la mano para tocar, pero finalmente decidió no hacerlo.En los días siguientes, Sofía y Mariana siguieron saliendo juntas, riendo y charlando, como si hubieran regresado a ti
Inés no quería que Ernesto supiera sobre la Villa Escondida para no involucrar a Marcus innecesariamente. Ernesto, aunque a regañadientes, creyó su historia y preguntó si había obtenido alguna información útil recientemente. Inés, buscando en su mente, balbuceó una respuesta.—El señor Mendoza no ha
Ximena no tenía idea de cuánto tiempo había estado inconsciente. Al recobrar la conciencia y abrir los ojos, se encontró en una oscuridad total, incapaz de ver sus propias manos frente a ella. Miró a su alrededor, confundida, queriendo hablar, pero encontró su boca sellada con cinta adhesiva, emitie
—¿Qué tío Mendoza? —Al oír esto, el hombre fuera de la puerta se alteró—. ¡No sé de quién hablas!Viendo su reacción, Ximena se sintió más segura de su suposición. Se frotaba las muñecas y esbozaba una leve sonrisa.—Amigo, ¿por qué no traen al tío Mendoza aquí? Podríamos hablar tranquilamente. Las
El Gordito arrastró el látigo al entrar. Ximena, acurrucada en una cama de madera, vio la silueta del Gordito aparecer en la tenue luz. Sabía lo que estaba a punto de enfrentar. Cuando el látigo golpeó con fuerza, ella mordió sus dientes, evitando hacer cualquier sonido. Pero el dolor ardiente hizo
—¿Qué tonterías estás diciendo, niña? ¿Qué es eso de un romance tardío?Lorenzo rugió, su rostro enrojecido de ira. Viendo que aún había sirvientes en la sala, gritó de nuevo.» ¡Todos fuera de aquí!—Abuelo, ¿no será que te estás sonrojando? —Rocío abrió los ojos sorprendida.—¿Sonrojarme? ¡Qué va!
—¿Acaso no saben lo protector que es Lisandro? —decía Catalina entre sollozos—. Cuando eran niños, Sofía le quitó un juguete a Ignacio y él la empujó al suelo. ¡Solo por sentarse en el suelo, Lisandro le dio una bofetada a Ignacio que le dejó la cara hinchada! Si yo no lo hubiera detenido a tiempo,