Lisandro dio un par de pasos hacia la dirección de la voz. Aunque no podía ver a los asesinos ocultos en la oscuridad, sentía claramente que el viento a su alrededor se había vuelto más alerta.—¿Dónde está exactamente tu trampa? —preguntó Lisandro, tocándose la nariz y sonriendo levemente—. ¿Una tr
Lisandro, acompañado de Carlos, bajó de la montaña y subió al auto. Finalmente, el celular captó señal. Los hombres enmascarados no descendieron con ellos; su tarea era limpiar la escena, borrando toda evidencia. Si Lisandro decidía traicionar a Carlos más tarde, al menos no habría pruebas concretas
—¿Cómo pudo pasar esto? —se preguntaba Carlos, atónito.Él había planeado todo meticulosamente. ¿Cómo podía haber desaparecido Sofía? Lisandro no tenía tiempo para charlar con Carlos y rápidamente se puso en marcha con su equipo para buscar a Sofía, mientras ordenaba que encerraran a Carlos y lo vig
Cuando Sofía salió de la sala de emergencias ya era de noche. El doctor Rafael, quien había dirigido la cirugía, sacudió la cabeza mientras hablaba con Lisandro.—Su estado es muy delicado, no debe sufrir más estrés.Lisandro, parado fuera de la sala de observación, miraba a Sofía, aún inconsciente
—Todo pasará, Sofía también se recuperará.—No estés triste, no es tu culpa.—Si hubiera encontrado a Sofía un poco antes...La voz de Lisandro estaba cargada de dolor, y los ojos se le llenaron de lágrimas. Era su hermana, a quien había cuidado y querido desde pequeño.—Es mi culpa, llegué demasiad
José dejó el espejo que tenía en la mano y se recostó en su amplia silla de oficina, satisfecho con su situación actual. Desde la muerte de Griselda, sus padres habían quedado sumidos en un profundo dolor, deteriorándose cada día más. Su suegra, que en otro tiempo lo había despreciado, ahora le agar
José fue enviado de vuelta a su casa en el campo. Arturo, temeroso de regresar a su hogar, se quedó a vivir con José. El padre de José seguía bebiendo todos los días. Como José había sido expulsado sin recibir compensación, su padre no tenía dinero para comprar alcohol y lo golpeaba con un cinturón.
—No digas tonterías. ¿No hemos sido siempre amigas? Bebe un poco de este caldo. No tiene más que hierbas medicinales y sal, quizás no sea muy sabroso, pero es nutritivo. Intenta tomar algo, —respondió Ximena con una sonrisa.Sofía, incapaz de comer, yacía en la cama, desviando la mirada mientras las