—Señora Castillo, ¿sabe lo que la gente ha estado diciendo de usted después de la fiesta de cumpleaños de mi suegro?—¿Qué han estado diciendo? —preguntó Ximena con curiosidad. No tenía amigos en ese círculo social y no sabía qué decían de ella a sus espaldas. Luis y Enrique, aunque lo supieran, no
—¡Por supuesto que acepto!Ximena no dejaría pasar la oportunidad de ganar dinero. Además, necesitaba dinero en ese momento, pero no entendía por qué Inés parecía tan melancólica.Inés sugirió que Ximena la llamara simplemente «Inés» en el futuro, lo cual a Ximena le pareció mejor que el formal «señ
Ximena se puso guantes para protegerse las manos y, tomando un pincel, se unió a Enrique en la pintura. De vez en cuando, se reían y charlaban, como compañeros de clase dibujando un mural, como amigos de infancia juguetones y cercanos.Inés, sentada en el sofá, los miraba con envidia, pero su mirada
Enrique estaba parado sobre una escalera, mirando hacia abajo a Ximena. Sus ojos mostraban un leve destello de emoción. Había escuchado a Ximena hablar brevemente sobre su pasado, siempre supo que ella era resiliente e independiente, habiendo enfrentado muchas adversidades desde pequeña, madurando a
Si ni siquiera Rocío puede tocar a alguien que está fuera de su alcance, es fácil imaginar cuán poderoso debe ser el protector de Ximena. Primero, esa persona podría ser incluso más poderosa que Lisandro. Segundo, podría ser el mismo Lisandro. Que Lisandro decida proteger a alguien por encima de Roc
Armando sintió un temblor momentáneo en sus pupilas, pero rápidamente recuperó la compostura, como si aquel temblor hubiera sido una ilusión.—No, —respondió.Ramón lo observó fijamente y volvió a mirar la oscura superficie del río. No había luna esa noche y gruesas nubes cubrían el cielo. Tras una
La vida de casados entre Armando y Aurelia era tensa y desarmónica. Armando rara vez estaba en casa y detestaba ese matrimonio que se había forjado a base de manipulaciones. Serena, por su parte, consideraba que un compromiso roto era un compromiso roto. Ninguna excusa o circunstancia cambiaba el he
Cuando Armando pronunció esas palabras, Ramón apenas pudo sostener la caña de pescar en sus manos.—¿Qué tan involucrado estás con ese accidente? —preguntó con la voz temblorosa.Armando sonrió, como si se riera de sí mismo en el pasado, y también de su padre, quien lucía visiblemente perturbado. El