—Ya le advertí a Rocío que no se meta con Ximena. Entre Ximena y Marcus no hay nada oscuro, pero ella sigue aferrándose a viejos rencores. Si no se controla, que no espere piedad familiar de mi parte, —dijo Lisandro.Lorenzo entendió que Lisandro había venido por dos razones: no quería que Rocío hab
Después de un largo silencio, mirando a través de la ventana, Lorenzo finalmente habló.—Rocío, ¿cómo te ha tratado Lisandro todos estos años?—Siempre me ha tratado bien. No importa lo que haga o los problemas en los que me meta, siempre está ahí para resolverlos, —afirmó con confianza, con orgullo
—¡Ximena no se compara con mi abuela! ¡Mi abuela era bondadosa y gentil, la mejor abuela del mundo! —gritó Rocío—. ¡Abuelo, no puedes estar confundido!—¡Ay, Rocío! Si algún día me voy, la única persona en la que podrás confiar en este mundo será Lisandro. Con tu carácter, si no tienes a alguien que
Lisandro llegó a Residencial Orquídea Azul.El cielo, opresivo y sofocante toda la noche, se revolvía con el viento, que soplaba con fuerza. La predicción meteorológica anunciaba un huracán para esta noche; parecía que ya estaba cerca.Parado en la entrada, Lisandro alzó la vista hacia el cielo oscu
Lisandro cerró el cuaderno y lo dejó sobre el escritorio, explicando que lo que él podía ofrecer a la Familia Paredes, Agustín no podía. Ante la insistencia de Ximena sobre la relación de parentesco, Lisandro respondió con frialdad.—En los negocios no hay familia, mucho menos entre primos.Ximena l
—¡Obviamente al maestro! —contestó Lisandro.—Los estudiantes siempre tratan de mostrar su mejor cara delante de los maestros, pero es entre ellos donde se revelan tal como son realmente, —explicó Ximena.» Si te pregunto, para ti todos esos grandes o pequeños magnates no son gran cosa, y podrías om
—Por eso no te enfadé contigo, —respondió Ximena.Lisandro, viendo que Ximena no decía más, se sentó al borde de la cama y empezó a explicar por qué había aparecido con Elena en la fiesta de cumpleaños.Ximena sabía que en eventos importantes de la familia Ramírez, Elena siempre estaría presente, y
Ximena, conmovida, iba a preguntarle si se había enamorado de ella, pero sus siguientes palabras la enfurecieron tanto que mordió su brazo.—No quiero cambiar, ¡es demasiado complicado! Los niños tampoco estarían de acuerdo. ¡Ah! —Lisandro gritó de dolor—. ¡Cómo te atreves a morderme!El dolor solo