Cuando la Familia Cisneros enfrentó una crisis económica, Elena y Lisandro rogaron por ayuda para su prima Liliana, pero Lisandro se hizo de oídos sordos.Bajo el apoyo de Lisandro, la Familia Ramírez floreció, elevándose al estatus de una gran familia, pero era como estar en zancos, sostenidos solo
Enrique se selló la boca, prometiendo no hablar más.Ximena sacó una servilleta de su bolso, la extendió en el suelo, y se sentó, abrazando sus rodillas, mirando a través de los huecos entre las hojas y ramas, hacia las luces a lo lejos. Fuera del arbusto, había un río, cuyo murmullo se mezclaba con
¡Plaf! ¡Plaf!—¡Ximena! —gritó Enrique y luego se lanzó al río.Enrique intentaba sacar a Ximena del agua, pero Rocío se interponía, arrastrando a Ximena hacia el fondo del río.—¡Zorra! ¡Hoy vas a tomar tu merecido!Rocío había sido miembro del equipo de natación y nadaba excepcionalmente bien. Xim
Yazmin miró a Agustín, aferrándose a su bolso de mano adornado con diamantes. Ese bolso había sido un regalo de aniversario de bodas de su esposo. Víctor, quien antes se dedicaba al mundo editorial, poseía una editorial que estaba entre las diez más importantes del sector.Con la popularidad de los
—¡No es su culpa! Tengo problemas antiguos con Rocío. Ella me tiene envidia.Al mencionar a Rocío, la expresión de Inés se tornó un poco temerosa y disgustada.—Cualquiera que haya tenido contacto con Marcus le cae mal. Con esa actitud, no hay muchos hombres que la soporten. Marcus no tiene más reme
Raúl, con una sonrisa cortés pero disculpante en su rostro, albergaba una gran insatisfacción hacia Ximena en su corazón.«Invité a personalidades de todos los ámbitos a mi fiesta de cumpleaños, ¿y cómo terminó viniendo esta chica salvaje e indisciplinada? ¡Ha convertido mi celebración en un complet
—Entonces pide disculpas, no hace falta que te arrodilles. Si te disculpas, consideraremos que la Familia Paredes te debe un favor, y te ayudaremos en lo que pidas.Ximena lanzó una mirada de reojo a Ernesto. Él era muy guapo, de esos elegantes y cultos, pero una cierta arrogancia en su mirada y ges
Lisandro, con una mirada penetrante como un cuchillo, agarró de repente los hombros de Rocío, clavando sus ojos en ella de tal manera que detuvo su llanto, dejando solo lágrimas colgando de sus pestañas.—Rocío, ¿ya olvidaste lo que te advertí? —preguntó Lisandro con una voz fría como el hielo.Rocí