Mariana había estado en coma durante siete días y aún no despertaba. Los médicos decían que sus heridas estaban bajo control, pero que ella no mostraba voluntad de vivir. Ximena le hablaba todos los días al oído, pero Mariana seguía sin abrir los ojos.Marcus, al enterarse de que Mariana deseaba mor
Tan pronto como Ximena vio a Rocío, se apresuró a bloquear la entrada de la habitación del hospital. Rocío siempre había odiado a Ximena y había intentado vengarse varias veces, pero Lisandro la protegía tan bien que sus secuaces nunca podían acercarse a Ximena.—¡Ximena, quítate de mi vista! ¡No he
Yazmin parecía algo incómoda al darse cuenta del malentendido, pero rápidamente se serenó y preguntó.—¿Por qué no se lo has dicho?—¡Hay cosas que quiero hacer por mí misma!Ximena deseaba demostrar que podía estar a la altura de Lisandro, su esposo, y no depender siempre de él, viviendo con dignid
Ximena sintió un peso en el pecho, esforzándose por mantener la calma en su rostro, con una sonrisa apropiada aún en sus labios.—Oh, ¿en serio? —dijo, fingiendo indiferencia, aunque su mirada se deslizaba hacia el salón interior.—¡Realmente no llegamos juntos! ¡Elena y su padre llegaron primero! ¡
Sonrió sin decir palabra, mientras las damas, al ver su reacción, mostraban envidia y curiosidad, preguntándole insistentemente quién se lo había obsequiado. La actitud de ellas hacia Ximena se volvió más cálida que antes. Sin embargo, a Ximena no le gustaba la falsedad, así que después de un rato d
Ximena negó con la cabeza.—No lo sé.Luis se enderezó en su asiento, apoyando una mano en el respaldo de la silla y girando hacia Ximena.—¿La señora Soto no te mencionó que la Familia Paredes y la Familia Soto tienen una relación de parentesco?Ximena frunció el ceño.—No.La mirada de Luis se pro
Cuando la Familia Cisneros enfrentó una crisis económica, Elena y Lisandro rogaron por ayuda para su prima Liliana, pero Lisandro se hizo de oídos sordos.Bajo el apoyo de Lisandro, la Familia Ramírez floreció, elevándose al estatus de una gran familia, pero era como estar en zancos, sostenidos solo
Enrique se selló la boca, prometiendo no hablar más.Ximena sacó una servilleta de su bolso, la extendió en el suelo, y se sentó, abrazando sus rodillas, mirando a través de los huecos entre las hojas y ramas, hacia las luces a lo lejos. Fuera del arbusto, había un río, cuyo murmullo se mezclaba con