—¿Me desprecias?—No es eso.Ximena simplemente odiaba el olor del cigarrillo. Sin entender por qué Lisandro estaba molesto, apartó su mano y lo besó apasionadamente.—Mmm…Ximena quería apartarse de él, pero recordando las palabras de Mariana, dudó y terminó abrazándolo por el cuello. Sin embargo,
Ximena se tensó y cerró las cortinas de un tirón.—¿Te asustaste? —preguntó Lisandro con un tono burlón.—¿Qué quieres decir? —Ximena se volvió para mirar al hombre que sonreía detrás de ella.—¿Qué «qué quiero decir»? Solo te estaba indicando que Luis vive por allá. ¡Somos vecinos! ¿No lo sabías?X
Lisandro no entendió por qué Ximena estaba tan furiosa. Le preguntó qué sucedía, pero ella no respondió. Le envió una ráfaga de mensajes explosivos, haciendo vibrar su pantalla. Lisandro, abrumado, sintió la intensidad de su enojo.Jorge, a un lado, notó a Lisandro sonriendo y trató de echar un vist
La idea era que, después de recorrer todos los restaurantes, el sabor distintivo de los platos de los restaurantes de Marcus se quedaría grabado en los corazones de los clientes, convirtiéndose en un hábito. Así como Ximena se había acostumbrado a la barbacoa que Luis le llevaba, hasta el punto de q
En el teléfono de Mariana había dos contactos de emergencia: uno era Diego y el otro, Ximena. Ahora que Diego estaba en la sala de emergencias, el hospital contactó a Ximena.Ximena llegó al hospital, donde fuera de la sala de emergencias había varios policías discutiendo en voz baja. Su mente se pa
—¿Por qué pasó esto? ¿Cómo no me di cuenta... no vi que Mari quisiera hacer esto?Ximena repasaba el comportamiento inusual de Mariana en los últimos tiempos, dándose cuenta de que todo había sido una señal. Pero ella, sumergida en sus propios problemas, no lo había notado. Ximena se sentía cada vez
La sala de cuidados intensivos estaba inusualmente tranquila. Solo se escuchaban los diversos dispositivos conectados a Mariana, que de vez en cuando emitían un leve pitido. Ximena miraba fijamente el gotero, observando cómo caían las gotas transparentes del medicamento, sintiéndolas como martillazo
—¡Ay, Mari! ¿Por qué arruinar tu vida por un hombre indigno? ¿Acaso no puedes vivir sin Diego? —se lamentaba para sí misma.En ese momento, Jorge tocó a la puerta y entregó a Ximena un paquete.—Señora, alguien le envió esto. Se especificó que debía abrirlo personalmente. Llegó a Residencial Orquíde