Iván yacía en la cama del hospital, recibiendo una infusión intravenosa, mientras Ximena permanecía a su lado. Iván ya se había dormido, y Ximena sostenía su pequeña mano con ternura. En su corazón, se reprendía una y otra vez, deseando haberse dado cuenta antes de la existencia de Iván. Se pregunta
—Ay, mi pequeño, cuánto sufres, ¡me rompes el corazón!Lisandro, sin saber qué hacer, sacudió la cabeza.—Ximena…Al ver la mirada de reproche y furia de Ximena, sintió un nudo en el corazón.—Escúchame, necesito explicarte.—¡Ya basta de explicaciones! ¡Me has vuelto a engañar! ¿Acaso te divierte m
—¿Ella a menudo no te da… no te da de comer? —preguntó Ximena con voz temblorosa.Iván asintió.—Mamá dice que sin reglas no hay orden, que si no consigo dinero no hay comida, si no obedezco no hay comida, si no trabajo no hay comida. No es culpa de mamá, es Iván quien siempre falla en complacerla.
—¿Cómo piensas vengarte de él? —Ximena realmente quería preguntarle a Mariana si necesitaba su ayuda. Estaría dispuesta a ayudar a Mariana incondicionalmente.—¡Lo haré yo misma! Si no lo hago con mis propias manos, ¡no estaré satisfecha! —Mariana apretaba los dedos, produciendo un sonido crujiente.
En ese momento, Diego miró discretamente hacia atrás, viendo a Regina ir a registrarse, y rápidamente le juró a Mariana.—Dame cinco años, ¡no! Tres años. En tres años, cuando me recupere, volveré contigo. Te cuidaré y te trataré bien.Al oír esto, Mariana se rio abiertamente.—Ocho años juntos y nu
El médico, sosteniendo el instrumento, sugirió amablemente.—El bebé está muy sano, ya tiene tres meses, sería una pena perderlo.Mariana apretó los puños con fuerza, cerró los ojos y las lágrimas comenzaron a brillar en las esquinas de sus ojos. Se vistió y se preparó para salir. El médico, detrás
—Además, tú mismo dijiste que mis manos están hechas para teclear, no para tocar utensilios de cocina, —dijo Mariana.—Mariana, en este mundo no hay nada que sea inmutable, ¿y cómo no van a cambiar las personas? —respondió Diego, molesto.» Cuando no tenía trabajo, la economía de la casa dependía co
Regina continuó presionando y persuadiendo a Diego.Diego salió del despacho exhausto y se encontró con algunos empleados. La mayoría en la sucursal eran nuevos y no conocían la situación, así que le dijeron que la relación entre el gerente Diego y su esposa era envidiable.Diego, con una sonrisa te