—¿Por qué te importa ella, Iván, si te golpea, te insulta y no te da de comer? ¿Por qué te importa si te trata tan mal? —preguntó Lisandro, sin poder entenderlo.—¿Qué significa ser tratado mal? —preguntó Iván, levantando su cabecita con curiosidad.Esa pregunta dejó sin palabras a Lisandro, quien s
Iván estaba muy sucio, parecía que no se había bañado en todo un año.Las heridas en su cuerpo, ya formando costras, se mezclaban con la suciedad, algo difícil de limpiar para un niño tan pequeño.Ximena y Lisandro se turnaron para convencerlo, hasta que Iván señaló a Lisandro, permitiéndole quedars
Fue entonces cuando Ramón se enteró del romance de Sofía. Tenía una buena impresión de Carlos, un joven talentoso y atractivo. Entre los jóvenes de su generación, Carlos destacaba.Pero ahora que Lisandro estaba con Elena, y Carlos con Sofía, el cuñado de Lisandro y su propia hermana estaban juntos,
Iván yacía en la cama del hospital, recibiendo una infusión intravenosa, mientras Ximena permanecía a su lado. Iván ya se había dormido, y Ximena sostenía su pequeña mano con ternura. En su corazón, se reprendía una y otra vez, deseando haberse dado cuenta antes de la existencia de Iván. Se pregunta
—Ay, mi pequeño, cuánto sufres, ¡me rompes el corazón!Lisandro, sin saber qué hacer, sacudió la cabeza.—Ximena…Al ver la mirada de reproche y furia de Ximena, sintió un nudo en el corazón.—Escúchame, necesito explicarte.—¡Ya basta de explicaciones! ¡Me has vuelto a engañar! ¿Acaso te divierte m
—¿Ella a menudo no te da… no te da de comer? —preguntó Ximena con voz temblorosa.Iván asintió.—Mamá dice que sin reglas no hay orden, que si no consigo dinero no hay comida, si no obedezco no hay comida, si no trabajo no hay comida. No es culpa de mamá, es Iván quien siempre falla en complacerla.
—¿Cómo piensas vengarte de él? —Ximena realmente quería preguntarle a Mariana si necesitaba su ayuda. Estaría dispuesta a ayudar a Mariana incondicionalmente.—¡Lo haré yo misma! Si no lo hago con mis propias manos, ¡no estaré satisfecha! —Mariana apretaba los dedos, produciendo un sonido crujiente.
En ese momento, Diego miró discretamente hacia atrás, viendo a Regina ir a registrarse, y rápidamente le juró a Mariana.—Dame cinco años, ¡no! Tres años. En tres años, cuando me recupere, volveré contigo. Te cuidaré y te trataré bien.Al oír esto, Mariana se rio abiertamente.—Ocho años juntos y nu