—¿No te hiciste ningún chequeo prenatal durante tu embarazo?—Estaba embarazada antes de casarme, me escondía de la gente, no tenía cara para hacerme un chequeo.Ximena lo miró con tristeza. Nicolás, escuchando con atención, se unió a la conversación.—En ese tiempo, Ximena no salía de su habitación
—Iván, ¿Iván?El corazón de Ximena empezó a latir frenéticamente, no sabía por qué. Su mirada se perdía confundida hacia Lisandro. Él, igualmente desconcertado, preguntó:—¿Este niño es el mismo mendigo que viste en la estación de metro?Lisandro había enviado a Daniel a buscar al niño, queriendo so
Lisandro levantó la vista hacia la lujosa casa de más de cien metros cuadrados, valorada en más de doscientos mil dólares. Se sentó en el sofá y Nicolás, apurado, le llevó un vaso de agua, inclinándose y sonriendo nerviosamente.—Cuñado... todos somos familia, hablemos tranquilos, no te enojes todav
—¡Todo es por tu culpa! ¡Solo piensas en dinero! Siempre dije que estas cosas no se pueden ocultar para siempre. ¡Ahora que se ha descubierto, a ver hasta cuándo puedes mantenerlo en secreto!Yolanda, con una mano en la cintura, replicó:—¡Ella quería abortar al principio! ¡Venderlo era mejor que ab
En el camino de regreso, Ximena no dijo una palabra. Miraba fijamente por la ventana del coche, perdida en sus pensamientos.Según lo que Yolanda había confesado, después de que Ximena se desmayara por una hemorragia severa años atrás, Lorena la vio llevando al primer bebé nacido hacia afuera. Al en
Valentín era bastante bajito, probablemente por su condición de salud, y no era tan alto como Felicia, lo que llevó al anciano a pensar que Valentín era más joven que Felicia.—Abuelo, te llamo abuelo, ¿soy tu nieta? —Ximena no quería explicar demasiado. Al ver a Felicia salir, le pidió que llevara
Los sollozos del niño eran tenues y contenidos, desgarradores al oído.Ximena empujó la puerta del patio con fuerza y corrió hacia adentro. En un rincón oscuro y estrecho, el pequeño Iván se acurrucaba, su diminuto cuerpo temblando, la cabeza apoyada en sus rodillas, soportando los golpes de un sauc
Iván la miró confundido.—¿Por qué? —preguntó.—Porque... —comenzó Ximena, con los labios temblorosos y los ojos llenos de lágrimas. La culpa la ahogaba, incapaz de decir esas palabras: «Soy tu mamá».Lisandro, conteniendo la ira ardiente en su corazón, miraba a Iván con una mezcla de ternura y culp