El hombre estaba tan enojado que casi se asfixia. Catalina, apresurada, intentó calmarlo.—¡Esta niña, qué manera de hablar sin respeto! Confía demasiado en el apoyo de Lisandro y no considera a nadie. Ni siquiera piensa que, si se casa con él, este hombre sería su suegro. —Ximena, mirando a Catalin
Ximena odiaba que llamaran bastardos a sus hijos. A pesar de los confusos resultados de las pruebas de paternidad, estaba convencida de que Mateo era su hijo perdido.—Elena, la gente puede ser egoísta y malvada. Tú también tuviste un hijo. ¿Alguna vez piensas en cómo vive tu hijo biológico? ¿Qué es
—¡Qué puedo pensar! No esperaba que Agustín jugara tan duro, —dijo Lisandro sacando un cigarrillo y encendiéndolo.Había sido extremadamente cauteloso con este asunto, no le había dicho nada a Ximena de antemano, precisamente por temor a que se filtrara. Nunca imaginó que Agustín tuviera un as bajo
Nicolás salió del ascensor. Había ido a hablar con Andrés sobre el estudio, cuando de repente escuchó la última parte de una frase de Ximena y rápidamente se acercó, lleno de curiosidad.—¿Mi mamá? ¿Qué sabe ella? —preguntó.—¿Cómo se volvió tu familia tan repentinamente rica? —Ximena miró a Nicolás
—¿No te hiciste ningún chequeo prenatal durante tu embarazo?—Estaba embarazada antes de casarme, me escondía de la gente, no tenía cara para hacerme un chequeo.Ximena lo miró con tristeza. Nicolás, escuchando con atención, se unió a la conversación.—En ese tiempo, Ximena no salía de su habitación
—Iván, ¿Iván?El corazón de Ximena empezó a latir frenéticamente, no sabía por qué. Su mirada se perdía confundida hacia Lisandro. Él, igualmente desconcertado, preguntó:—¿Este niño es el mismo mendigo que viste en la estación de metro?Lisandro había enviado a Daniel a buscar al niño, queriendo so
Lisandro levantó la vista hacia la lujosa casa de más de cien metros cuadrados, valorada en más de doscientos mil dólares. Se sentó en el sofá y Nicolás, apurado, le llevó un vaso de agua, inclinándose y sonriendo nerviosamente.—Cuñado... todos somos familia, hablemos tranquilos, no te enojes todav
—¡Todo es por tu culpa! ¡Solo piensas en dinero! Siempre dije que estas cosas no se pueden ocultar para siempre. ¡Ahora que se ha descubierto, a ver hasta cuándo puedes mantenerlo en secreto!Yolanda, con una mano en la cintura, replicó:—¡Ella quería abortar al principio! ¡Venderlo era mejor que ab